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Investigadora llama a fortalecer vigilancia epidemiológica del paludismo


México.- Aunque hay avances en el conocimiento de la enfermedad y los agentes involucrados, la investigadora Lilia González Cerón hizo un llamado a fortalecer la vigilancia epidemiológica para controlar el paludismo.

La doctora González Cerón, del Centro Regional de Investigación en Salud Pública (CRISP), ubicado en Tapachula, Chiapas, señaló que durante los años 70 y 80 en prácticamente todos los estados del país hubo paludismo.

En ese entonces se reportaban entre 130 y 180 mil casos, sin embargo, el año pasado se contabilizaron un poco más de 700 principalmente en Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Jalisco, Nayarit, y la frontera sur.

El paludismo o malaria se transmite por la picadura de los mosquitos del género Anopheles infectados con parásitos del género Plasmodium. En México se conoce que Plasmodium vivax es el principal parásito transmisor de la enfermedad, por lo que el diagnóstico es más sencillo que en otros países.

Sin embargo, la presencia de recaídas de los pacientes infectados ha contribuido al retraso de la eliminación de la enfermedad en territorio mexicano, destacó la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) en un comunicado.

La especialista admitió que se ha avanzado en el conocimiento de diversos aspectos de la enfermedad y los agentes involucrados (parásitos y vectores), pero se debe poner énfasis en la vigilancia epidemiológica con herramientas moleculares para monitorear la dispersión de genotipos autóctonos e identificar casos introducidos.

De igual forma, destacó que la vinculación entre quienes realizan investigación y quienes son los encargados de los programas operativos para controlar y eliminar el paludismo en el país, debe fortalecerse.

De acuerdo con el Informe mundial sobre el paludismo 2018 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2017 se presentaron 773 mil 500 casos confirmados de la infección en la región de las Américas, lo que representa un incremento en comparación con las cifras de 2010 (677 mil 200) y de 2015 (450 mil 100).

No obstante, el número de muertes disminuyó ya que en 2017 se presentaron 87 casos, mientras que en 2015 fallecieron 98 personas y en 2010 se registraron 190 defunciones.

En México y Centroamérica la cloroquina y la primaquina son los medicamentos que han mostrado efectividad para el tratamiento. El primero ataca a los parásitos que están en los glóbulos rojos y el segundo a los que quedaron resguardados en el hígado.

González Cerón y su grupo de trabajo llevaron a cabo la evaluación de dos tratamientos: un esquema de 18 dosis únicas e intermitentes (DUI) con cloroquina/primaquina (establecido en la Norma Oficial Mexicana NOM-032-SSA2-2002) contra el tratamiento de 14 días sugerido por la OMS.

El estudio se realizó en el sur de México entre febrero de 2008 y septiembre de 2010 e identificaron que las DUI no funcionan para evitar o eliminar las recaídas sintomáticas o asintomáticas, mientras que el tratamiento de 14 días evita las recaídas en 89 por ciento de los pacientes.

Los resultados del análisis fueron publicados en el 2015 en el artículo "Effectiveness of combined chloroquine and primaquine treatment in 14 days versus intermittent single dose regimen, in an open, non-randomized, clinical trial, to eliminate Plasmodium vivax in southern Mexico".

A la fecha no se han hecho cambios en la norma, destacó la parasitóloga, quien también estudia los escenarios de transmisión de la enfermedad en vista de que existen diferentes genotipos del parásito, así como diversos vectores.

“Tenemos que entender qué genotipos del parásito desarrollan y se transmiten por las diferentes especies de Anopheles, entonces poder definir qué especie del mosquito picó al humano: es decir, cómo se mueve el flujo de la transmisión en una comunidad, entre comunidades y entre regiones, y para ello utilizamos herramientas moleculares”, indicó.

En el sur de México, la investigadora ha encontrado un escenario interesante al identificar que los mosquitos Anopheles albimanus transmiten solo ciertos genotipos del parásito y Anopheles pseudopunctipennis otros, cada vector está en una zona definida, aunque ambos inciden en la ciudad de Tapachula, Chiapas.

Además de analizar la dinámica evolutiva y participación vectorial así como las características genéticas y genómicas, la científica se enfoca en estudios genómicos mitocondriales para conocer el probable origen de P. vivax en México y en la región.

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