La vacunación es una responsabilidad de todos
CDMX.- Las vacunas representan una medida preventiva de salud pública en el mundo y en la actualidad se siguen concibiendo como una de las protecciones salubres de mayor impacto, ya que son capaces de evitar infecciones y enfermedades. Gracias a la efectividad que tienen se han podido salvar millones de vidas a través de los programas de vacunación que se han establecido para la población infantil, adolescente y adulta, sostuvo la investigadora Susana López Charretón, especialista en biología molecular e impulsora de la vacunación.
En entrevista con la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), la científica adscrita al Instituto de Biotecnología de la UNAM-Morelos indicó que la vacunación ha sido uno de los descubrimientos científicos más exitosos en la historia de la humanidad; un ejemplo de ello es que entre 2000 y 2006 la vacuna contra el sarampión evitó, según estimaciones, 20.4 millones de muertes.
¿Las vacunas y su función?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como vacuna a cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad, estimulando la producción de anticuerpos. El método más habitual para administrar las vacunas es la inyección, aunque algunas se administran por vía oral o con un vaporizador nasal.
En México, la evolución de las vacunas ha estado a la par con el resto del mundo, su historia en el país inició en 1804, año en el que el doctor Francisco Balmis (médico militar) introdujo la vacunación antivariolosa (contra la viruela).
Para explicar la importancia de la vacunación, López Charretón recordó que en 1966 comenzó el Programa de Erradicación de la Viruela de la OMS, y en 1980, 24 años después del inicio de dicha iniciativa, la viruela se declaró oficialmente erradicada, convirtiéndose así en la primera enfermedad oficialmente eliminada de nuestro planeta.
Esto fue gracias a las observaciones e investigaciones de Edward Jenner, un médico inglés que desarrolló la primera vacuna contra la viruela, que era una enfermedad muy grave, ya que 35 de cada 100 personas fallecían y las que no morían sufrían de secuelas severas, entre ellas ceguera, infertilidad y en ocasiones enfermedades neurológicas. “Se ha calculado que durante la conquista de América el 90% de la población indígena fue diezmada por infecciones virales”, indicó la viróloga.
Y lo que Jenner observó fue que era frecuente que las mujeres que ordeñaban vacas sufrían de lesiones parecidas a las de la viruela de carácter benigno en las manos, debido al contacto continuo con estos mamíferos que padecían una enfermedad llamada viruela de las vacas o variola vaccina, en latín. Este padecimiento provocaba erupciones en las ubres semejantes a las que produce la viruela humana. En 1796 Jenner notó que estas mujeres quedaban a salvo de enfermar de viruela común, es decir, se hacían inmunes. Es así que tuvo la idea de inocular a una persona sana (un niño de nueve años) con la viruela de las vacas y el resultado fue lo que esperaba, que esta inoculación confería inmunidad frente a la peligrosa epidemia. De hecho, la palabra vacuna se deriva de esta primera inmunización con un virus proveniente de vacas.
¿Qué contienen las vacunas?
De acuerdo con información del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (Censia) de la Secretaría de Salud, las vacunas pueden contener el microorganismo que causa la enfermedad (un virus o una bacteria), ya sea muerto o debilitado, algún derivado del microorganismo (una toxina, por ejemplo) o fragmentos del microorganismo (proteína), para la inducción de inmunidad. A este tipo de sustancias se les llama antígenos.
Las vacunas tienen la función de presentar a estos agentes extraños con la característica de que son inocuos. Con ello se logra que el cuerpo active a las células inmunes. Gracias a la participación de células de memoria, los antígenos quedan reconocidos por primera vez y así el cuerpo prepara una serie de defensas, entre ellas a los anticuerpos, que son moléculas que reconocen a estos antígenos, explicó López Charretón, quien ha enfocado su trabajo en la biología molecular del rotavirus y en su laboratorio ha caracterizado cómo estos y otros virus conquistan a su célula huésped.
Vacunas en la Ley
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su Artículo 4°, establece que toda persona tiene derecho a la protección de la salud y en la Ley General de Salud, en su Artículo 134, señala que las vacunas contra: tosferina, difteria, tétanos, tuberculosis, poliomielitis y sarampión, así como otras contra enfermedades transmisibles que en el futuro estime necesarias la Secretaría de Salud, son obligatorias en los términos que fije esa dependencia.
Hoy, los programas permanentes de vacunación nacional atienden cada año a más de 25 mil menores, quienes son inoculados (vacunados) contra: poliomielitis, sarampión y tosferina; inmunizaciones que, de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), salvan a millones de niñas y niños en el mundo.
Mitos
A últimas fechas existe una campaña de desinformación acerca de las vacunas, entre los mitos que se han divulgado están: que las vacunas causan autismo, que el sistema inmune de los bebés no puede soportar tantas vacunas, que la inmunidad natural es mejor que la generada por las vacunas, que las vacunas contienen compuestos tóxicos o que las mejoras de higiene y sanidad son responsables de las enfermedades infecciosas, no las vacunas.
Hay quienes cree que no vale la pena el riesgo de vacunarse y que las vacunas causan la enfermedad de la que supuestamente protegen o que la vacunación es un negocio de los médicos y las farmacéuticas.
Para dar respuesta a estas creencias, Susana López Charretón sostuvo que la población debe estar consciente de que las vacunas no solo funcionan y protegen a nivel individual, también crean una inmunidad de grupo o comunitaria, ya que cuando un número crítico o alto de población está vacunado la posibilidad de un brote epidémico es tan bajo que las personas que no se vacunaron en esa comunidad están protegidas.
“Y esto es muy importante porque en la población hay personas que verdaderamente no pueden ser vacunadas por enfermedad o por edad, como los bebés, a los que ciertas vacunas no se les debe aplicar hasta cierta edad. Pero también hay un grupo de adultos mayores que tampoco deben ser vacunados porque son muy susceptibles, así como personas con SIDA o que recién recibieron un trasplante”, advirtió la integrante de la AMC.
López Charretón, reconocida en 2012 con el Premio L´Oreál-Unesco for Women in Science, resaltó la importancia de que la población esté informada sobre qué son, cómo funcionan y para qué sirven las vacunas para que no caiga en mitos o reproduzca información falsa que promueven personas que son parte del movimiento antivacunas.