Un siglo de juguetes en una exposición única en su tipo
Tuxtla.- Al momento de entrar al lugar, te transportas a otras épocas. Es el recinto donde la niña Trini juega, en la cocina de Lídice Atenea se prepara la merienda, y la abuela flora, su hija Alejandra y su nieta Ana Cristina sueñan con viajar.
Hay trastecitos, muñecas, carritos, ciudades miniatura, astronautas, instrumentos musicales, encontramos a los protagonistas de cuentos como Alicia en el País de las Maravillas, Cenicienta, Pinocho, una figura de Harry Potter, los Beatles, y hasta una sección de anime, es un museo de juguetes.
Roberto Ramos Maza, coleccionista y creador de esta exposición, nos platica que en ella hay un siglo de historia, pues el juguete más antiguo data de la época de los 20s, y la inició con sus propios juguetes cuando era niño, unos muñecos de Disney que nos reciben a la entrada.
Su colección personal, cuenta con un aproximado de 10 mil piezas, aquí apenas y encontramos alrededor de mil 500, pues es una exposición temporal con miras a que en un futuro tenga un lugar fijo donde entre toda la colección, ya que solo la Ciudad de México y San Miguel de Allende cuentan con museos del juguete, y Chiapas podría ser la tercera entidad.
“La exposición Museo Conejo del Juguete surge del gusto de compartir con el público una colección que se forma desde hace décadas y que antes solo podían apreciar de manera virtual, es mi colección particular a la que se han sumado regalos y donaciones, con su origen en juguetes propios, que se ha ido enriqueciendo”.
Pero, ¿por qué coleccionar juguetes? Roberto no lo sabe. Piensa que es cuestión de gustos, es algo que no se puede decir, pues las colecciones surgen de gustos e intereses personales. "Los juguetes son objetos, artefactos culturales muy importantes porque hablan de la sociedad que los produce, que los usa, que los consume y que los guarda".
En la muestra, que se exhibe en el Museo Regional y durará cuatro meses para un primer acercamiento, podemos encontrar todo tipo de juguetes sin división en artesanales o industriales, desde muñecas rarámuris hasta una marimba de madera, pasando por muñecos de Playmobile y otras marcas de antaño.
Hay una sección destinada al viaje espacial, carritos de madera, castillos, muñecos de Dragon Ball, princesas, villanos… todo lo que jugaron los niños de 100 años a la fecha, está ahí, simbólicamente.
El rango de fechas es de principios del siglo XX a nuestros días, aunque la mayor parte data desde mediados de los 60s a fines del siglo XX, sin fronteras pues tampoco se dividen por origen –aunque encontramos desde juguetes chiapanecos hasta de Vietnam, Perú o Islandia- ni por material: porcelana, cerámica, marfil, madera, tela, plástico y hasta cartón.
"Hay de muchos lados porque hay juguetes mexicanos, juguetes de Japón, juguetes de Alemania, juguetes de muchos países, pero sí tiene un interés en que no haya una división, sino que está en función de que el juguete es sobre todo para que sea una diversión, una fuente de conocimiento y de placer, y para que el que lo juega haga sus propias reglas y por lo tanto logre echar a volar su imaginación".
Y precisamente con este fin, la exposición se monta en escenas, y cada escena va acompañada de una descripción, que nos dice de forma general el origen, material, edad y qué están representando, así como preguntas y datos para sembrar la curiosidad y despertar el interés de los visitantes, sean chicos o grandes, para enriquecer su visita.
"Se montó en una semana, el proceso fue mucho más largo, se tuvo que hacer una curaduría, el inventario, el embalaje, es un proceso largo, de meses, pero que yo creo que el resultado es muy satisfactorio, apenas llevamos unos días y estamos teniendo gran éxito y buena respuesta”.
Después de los cuatro meses para los que está pensada, verán si se llega a algo más concreto o permanente, además, el coleccionista está abierto a recibir donaciones o contribuciones que hagan más grande y nutrida la colección, para que las futuras generaciones conozcan con qué jugábamos en el año 2019.
Es una oportunidad única para que los chicos conozcan cómo eran los juguetes de antes, y para que los grandes recuerden cómo era ser niños; no importa la edad, el Museo Conejo del Juguete es un escaparate para dejar volar la imaginación, es una exposición sin reglas.