Flujo migratorio centroamericano rebasó capacidad de atención en México
México.- El titular de la Red Latinoamericana de Estudios Fronterizos Fernando Neira Orjuela, consideró que la enorme cantidad de centroamericanos que quieren ingresar a México para llegar a Estados Unidos ha rebasado la capacidad institucional para atender el número de solicitantes.
El investigador señaló que de acuerdo con datos de la Comisión de Ayuda a Refugiados (Comar), hasta el cierre de abril se habían recibido 18 mil 365 solicitudes de permisos para ingresar legalmente a México, que si se comparan con las 300 mil que dio a conocer la Secretaría de Gobernación, es mínima la atención.
El también internacionalista del Centro de Investigaciones sobre América Latina y El Caribe de la Universidad Nacioal Autónoma de México (UNAM), dijo que tal situación deja a los migrantes a merced de la delincuencia organizada que controla las rutas migratorias, donde se registran violación de derechos humanos, agresiones a mujeres, secuestros, extorsiones y desapariciones.
Reconoció que el gobierno ha implementado mecanismos de ayuda humanitaria a los migrantes, pero, continuó, la cantidad de personas que piden no sólo la ayuda, sino el permiso para poder transitar en el país de manera legal ha rebasado al Instituto Nacional de Migración (INM).
Expuso que el Pacto Mundial de Marrakech, donde México fue un actor principal, compromete a las naciones firmantes a permitir una migración segura, ordenada y regulada, lo que sigue siendo una aspiración para el país.
Neira Orjuela opinó que, no obstante, México ha hecho un enorme esfuerzo no sólo para prestar la mayor ayuda posible, sino para no militarizar su frontera ni generar políticas de agresión a los migrantes, pese a las presiones de Estados Unidos.
“Ha implementado una propuesta de atención a flujos migratorios, mediante procesos de control e intenta insertarlos en nuestro aparato productivo, por medio de mecanismos de control para saber quiénes entran y a partir de esa información se les pueda proponer un empleo”, comentó.
Sin embargo, dijo que no se tiene ni el personal necesario ni con la preparación suficiente para poder darle una atención adecuada a los migrantes, porque no se cuenta ni con la estructura de atención ni los espacios que requieren para este tipo de control migratorio.
Explicó que Centroamérica es uno de los mayores exportadores de flujos migratorios hacia Estados Unidos, esto por las condiciones muy difíciles que está atravesando el llamado Triángulo Norte que conforman Honduras, Guatemala y El Salvador.
Sostuvo que los flujos migratorios tienen como parteaguas el año 2001, cuando era más fácil para los migrantes trabajar un tiempo en Estados Unidos y después regresar a su país de origen, pero después de los ataques de 11 de septiembre, los controles fronterizos y los mecanismos de seguridad inhibieron los flujos de retorno o migración circular.
Ante la política de Estados Unidos para impedir el cruce ilegal de sus fronteras, los migrantes optaron por ya no ir a sus países de origen, sino llevar a sus familias a Estados Unidos.
Ya para 2014, agregó, se generó una nueva dinámica migratoria, pues se incrementó de manera preocupante los menores no acompañados porque sus padres al no poder ir por ellos, mandan dinero para que se los lleven, lo que hace la situación más difícil porque un migrante menor es más vulnerable; y también hubo más migración femenina.