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ALEJANDRA OROZCO

Ser “llenito” no es estar “sanito”


Tuxtla.- ¿Cuántas veces hemos escuchado que alguien llenito es sinónimo de salud? Cada vez menos, pues la obesidad y sobrepeso son problemas de salud graves, principales causantes de muchas enfermedades y muertes en el país.

De acuerdo con las estadísticas de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística Y Geografía (Inegi), las defunciones asociadas a la obesidad y el sobrepeso se cuentan en centenares de miles, por lo que tienen un papel determinante para quienes fallecen por diabetes mellitus tipo II, enfermedades isquémicas, del sistema circulatorio, y ciertos tipos de cáncer como los de estómago, colon y mama.

Pero estas no son las únicas, hay otras defunciones directamente causadas por la obesidad como tal; de hecho, en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE/10-2) hay una categoría de defunciones por “obesidad y otros trastornos por hiperalimentación”.

Muertes por obesidad incrementan gradualmente

A partir de 1998, en la CIE/10-2 se incluyeron las defunciones que se registran por obesidad, y a partir de esa fecha, el número de estos casos en México ha ido creciendo gradualmente, en el citado año de 1998 se reportaron 741 decesos por obesidad, es decir, un promedio diario de dos casos por día.

Para el año 2000, el indicador registrado subió a 813 decesos, o 2.2 casos por día, mientras que para el año 2005 se alcanzó por primera vez, desde que se tienen datos disponibles, la cifra de más de mil casos anuales, ubicándose en mil 13, o 2.77 defunciones diarias.

Para el año 2010 se llegó a mil 196 casos, es decir, 3.27 diarios, y a partir de esa fecha la cifra ha tenido altibajos, llegando a 2015 a mil 243 casos (3.4 por día); y finalmente, para los años 2016 y 2017 las cifras crecieron nuevamente a niveles récord, con mil 308 y mil 335 casos, respectivamente.

Así, para el año 2017 el promedio diario de defunciones por obesidad se ubicó en 3.65 casos, es decir, 1.8 veces más que el promedio registrado dos décadas atrás, lo que nos da un panorama de la gravedad de esta situación en la actualidad.

La perspectiva por edades

Sorprendentemente, no hay un solo grupo de edad en el que no se hayan registrado defunciones por obesidad a partir de 1998 y hasta 2017, el total acumulado en este periodo es de 21 mil 374 decesos, es decir, un promedio de mil 68 casos por año, de los cuales el 0.05 por ciento tenía menos de un año cuando falleció debido a la obesidad o a la hiperalimentación, dato que equivale a 11 defunciones.

En el grupo de 1 a 4 años de edad, la suma del periodo es de 16 casos, es decir, el 0.074 por ciento del total; en el rango de cinco a nueve años, el acumulado es de 22 defunciones, es decir, .10 por ciento del total; en el rango de 10 a 14 años la cifra es de poco más del doble, con 48 casos, que equivalen al 0.22 por ciento del total.

A partir del grupo de 15 a 19 años las cifras crecen de manera muy significativa, pues se tiene registro de 129 casos acumulados en el periodo en análisis, es decir, 0.58 por ciento del total; en el grupo de 20 a 24 años de edad la cifra es de 324 casos (1.5 por ciento del total).

Entre los 25 y los 29 años el indicador es de 656 casos (3 por ciento del total); entre los 30 y los 34 años se concentran mil 215 casos (5.68 por ciento del total); entre los 35 y los 39 años son mil 685 casos (7.88 por ciento del total).

Debe señalarse que entre los grupos de 40 a 44 años, de 45 a 49, de 50 a 54, de 55 a 59 y de 60 a 64 se concentra 50.72 por ciento del total de las defunciones por obesidad, siendo las sumas totales de mil 983, 2 mil 274, 2 mil 290, 2 mil 310 y mil 985 casos, respectivamente, en cada uno de los grupos de edad.

Comer por ansiedad

Pero no todas las personas con sobrepeso comen porque tengan hambre, también existe lo que se conoce como hambre emocional, que se caracteriza por querer llenar una necesidad de afecto, estrés o ansiedad, o cualquier emoción, con comida, a pesar de no tener hambre.

Por eso, los especialistas recomiendan aprender a distinguir entre hambre y antojo, así como encontrar nuestro punto de saciedad para evitar los “atracones”, que son cantidades innecesarias de comida para el cuerpo.

Según la nutrióloga Alejandra de la Cruz, es una característica de la sociedad actual comer de manera excesiva y no nutritiva, debido al ritmo de vida tan acelerado que llevamos, el estrés diario, el sedentarismo y los malos hábitos.

Esto nos lleva a comer de más, o saltarnos comidas y cuando llega la siguiente, comer el doble, y este exceso de comida, al no ser utilizado por el organismo, casi siempre se convierte en grasa que se acumula en zonas como la región estomacal, brazos, piernas, cadera, pechos, cuello y cara.

Además, el comer cuando ya se está lleno puede provocar gases y agruras, para evitarlo, hay que ser conscientes y comer menos, aunque es ser un proceso lento pero ayuda a recuperar la salud, sentirse más ligero, hacer ejercicio, descansar y dormir bien.

De esta manera, evitar los atracones alimenticios también permite ser más ágiles mentalmente, no tener problemas estomacales o gástricos, mantenernos más delgados, felices y contentos.

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