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RUBÉN PÉREZ

Violación infantil, secuela que no se borra


Tuxtla.- Para Erika Sosa, sexóloga chiapaneca, el abuso sexual o violación infantil deja secuelas difíciles de borrar en la vida de las personas, “y se aprende a vivir con ello, sí, sin embargo cuesta mucho dolor y sufrimiento porque regularmente el abusador es parte de la familia”.

Lo más lamentable, advirtió, es que muchos padres y madres prefieren guardar el secreto que vivir las consecuencias sociales que puede traer la denuncia, por eso la víctima es doblemente abusada, pues su dolor no es tomado en serio y piensan que con el paso del tiempo se olvidará.

“Puede pasar, sin embargo se demostrará en la vida adulta al momento de relacionarse con los otros; de hecho, hay estudios que demuestran los cambios físicos que sufre un cerebro de una persona abusada a una persona no abusada”, aseveró.

Incluso refirió que dichos cambios pueden llegar a ser generadores de múltiples trastornos, convirtiéndose entonces la vida de la persona abusada “en un infierno que, sin ayuda y acompañamiento psicoterapéutico y sexológico, puede tener consecuencias fatales”.

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el desarrollo Económicos (OCDE), nuestro país ocupa el primer lugar mundial en este tipo de delitos, a tal grado de que cuatro millones y medio de niños y niñas son víctimas de abuso sexual.

De hecho, según la Unesco, la mayoría de infantes que sufren abuso sexual son víctimas de personas cercanas, como familias: desde hermanos o papás, hasta tíos, primos, entre otros.

Por ello, Erika Sosa recomendó darle el acompañamiento necesario a ese sector de la población, pues de eso depende que su desarrollo no se vea más afectado de lo que ya estaría.

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