Continúa caza de delfines para centros de entretenimiento
Taiji.- El 1 de marzo terminó la temporada 2019/2020 de caza de delfines en Taiji, Japón; a lo largo de los seis meses que duró, el equipo de Ric O’Barry, de Dolphin Project, permaneció en la zona, documentando cada una de las operaciones de cacería, durante las cuales muchos delfines fueron sometidos a acoso, sufrimiento y abuso.
En una carta enviada a sus seguidores, O’Barry afirma que “durante ese tiempo hemos sido testigos de delfines perseguidos, maltratados, heridos, atropellados por embarcaciones, ahogados, capturados y sacrificados; se han diezmado manadas enteras, desde los más jóvenes hasta los más viejos”.
Explica que existen varias formas de captura de delfines. La primera consiste en cercar la manada con redes y literalmente empujarla hacia la bahía, donde no tienen escapatoria cuando llegan a la playa, y en ese lugar son seleccionados para morir ahí mismo o ir a morir en vida en un delfinario.
La segunda forma tiene lugar fuera de la ensenada, cercando a la manada con una red, tirándose al agua y literalmente inmovilizando, uno a uno, a los exhaustos delfines para subirlos a los barcos.
La organización Dolphin Project se congratula de que el activismo contra la captura de delfines en Taiji crezca en Japón.
El 9 de febrero, tras un día de captura en el que una manada de delfines listados fue arrastrada hacia la bahía de Taiji, varios activistas japoneses se unieron al equipo de Dolphin Project en las protestas, pidiendo a los cazadores y a los entrenadores que pararan en su actividad de matar y capturarlos, y a liberar a los cautivos.
Las voces de estos activistas resonaron en la bahía y fueron escuchadas por los cazadores hasta que acabaron su selección de los individuos que iban a ser sacrificados y cuáles iban a delfinarios.
Esta temporada se realizaron 130 salidas de caza, implicando a ocho especies de delfines. Se estima que fueron masacrados 560 y capturados 200, aunque es posible que muchos más hayan muerto posteriormente y, por ello, no estén incluidos en las estadísticas.
Como las capturas de delfines son legales en Japón y tienen permisos, no se puede acudir a los tribunales de ese país, aunque se documentan todas las salidas de caza y se protesta por el terrible sufrimiento de los animales en estas prácticas, pero aunque la temporada terminó, los permisos administrativos de caza de delfines aún tienen vigencia durante más meses.
Los entrenadores de los centros que mantienen a los animales capturados hasta su venta final, trabajan codo con codo con los cazadores de Taiji, eligiendo incluso qué ejemplares de son aptos para la industria de entretenimiento y cuáles deben ser sacrificados, continúa O’Barry.
Los parques marinos y acuarios que tienen este tipo de animales cautivos, a menudo usan los términos “conservación” y “educación” cuando se refieren a su actividad, pero la realidad es que su negocio comienza en las aguas sangrientas de esta pequeña ciudad japonesa.
O’Barry señala que las actividades de espectáculos con delfines, incluyendo las de nado con ellos no son educacionales ni de entretenimiento; son actividades de explotación, y en ocasiones son las responsables de la desaparición de manadas completas de delfines.
El fundador de Dolphin Project menciona que “en comparación con la temporada pasada, se capturaron 61 delfines menos, pero es necesario mantener la presión y educar a la sociedad en el por qué decir que no a los espectáculos con delfines”.
O’Barry asegura a sus seguidores que Dolphin Project continuará educando para contar al mundo las crueldades del cautiverio de estos animales, porque sin importar si el delfinario tiene llamativas, modernas y sofisticadas instalaciones, no es posible replicar las condiciones de la vida natural de los delfines.