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ALEJANDRA OROZCO

Segunda carta para Elisa


Querida Elisa:

La última vez que te escribí, aún estabas dentro de mi y te esperaba con ansias. Te decía que quería protegerte de tantas cosas, que nunca te pasara nada, y que en parte quería que te quedaras dentro, a salvo de todo mal. Hoy, ya te tengo entre mis brazos, y déjame decirte que es mucho mejor tenerte aquí, poder verte, olerte, abrazarte.

En estos casi dos meses que hemos compartido, déjame decirte que mi cosa favorita en el mundo es verte sonreír en las mañanas, despertar junto a ti, hablarte, darte tu beso de buenos días y recibir a cambio tu mirada llena de brillo, ver esa boquita esbozando una sonrisa, eso basta para hacerme el día, y es algo que apenas estás empezando a hacer.

Quiero agradecerte por ser tan buena hija: eres muy pequeña y sé que no haces las cosas a conciencia, aún así eres maravillosa: duermes como angelito y me dejas dormir varias horas, tu felicidad es estar en brazos y con eso ya no lloras... y créeme, te sobran brazos, te encanta que te abracen tus abuelas, y también tu papá, que te están aprovechando al máximo.

Sí, aprovechando, porque creces rapidísimo, más de lo que me gustaría. La ropa que te ponía hace un mes ya no te queda, cada día siento que estás más larga y más pesada, ya pasas más tiempo despierta, te ríes y quieres platicar... presiento que vas a hablar muy rápido.

Tenía tanto miedo de que fueras a sufrir (aún lo tengo, lo tendré siempre), y ya de por sí te tocó nacer en una época difícil: naciste en medio de una pandemia, en tiempos donde todos están asustados, temerosos, donde mucha gente se está enfermando y muriendo... a mi también me da miedo, pero estamos tomando todas las medidas para protegerte, estamos aisladas del mundo exterior.

Pero no te preocupes... todo esto va a pasar, y te vamos a llevar a pasear a tantos lugares bonitos... vamos a ir a visitar a nuestros amigos y familiares para que los que aún no te conocen lo hagan, aunque ya todos te aman y te han visto aunque sea en fotos y videollamadas.

Todo esto va a pasar y vamos a poder andar por las calles en tu carriola sin miedo, sin cubrebocas, aunque cada vez ese día parece más lejano, es cosa de tener paciencia... en algún punto todo esto va a mejorar; mientras tanto, estoy aprovechando muchísimo todo este tiempo contigo, dedicándome enteramente a ti, porque pronto tendré que volver al trabajo y voy a extrañarte muchísimo esas horas que me van a separar de tu lado.

Sé que durante toda tu vida estarás expuesta a peligros y enfermedades, pero te reitero que haré hasta lo imposible por protegerte de todo ello, quiero que vivas libre, feliz y segura, papá y yo te guiaremos en el camino para que así sea, y ten por seguro que siempre podrás contar con nosotros, en las buenas y en las malas.

Ayer, tu papá y yo cumplimos tres años juntos, jamás imaginé que a estas alturas ya estaríamos formando nuestra propia familia, y estoy agradecida con Dios y con la vida de que así sea... llegaste a nuestras vidas en el momento exacto, llegaste a iluminarnos, a llenarnos de felicidad y a fortalecer nuestro amor.

Mientras escribo esta carta estás durmiendo, amo verte descansar, tan tranquila, tan dulce e inocente, y me da mucha risa ver que te despiertas con cara de enojada... casi siempre tienes el ceño fruncido (lo heredaste de tu papá), te la pasas moviéndote hasta cuando estás dormida, y sé que toda esa inquietud te hará una niña imparable conforme vayas creciendo.

Por eso es que me gusta tanto verte sonreír... eres única, eres una hermosa niña, llenas mi corazón y mi vida, y tu existencia me ha impulsado a ser una mejor persona, más paciente, más entregada y más resistente a todo. Seguramente esta es la segunda de muchas cartas; nos vemos en la próxima. Te ama, tu mamá.

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