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ALEJANDRA OROZCO

¡Arrecha la que no grite!

Tuxtla.- Para muchos, es Navidad, para otros, Día de Muertos… pero para los chiapacorceños, no hay fecha más esperada que el inicio de la Fiesta Grande, que llena de color y festejo el mes de enero, cuando celebran a sus santos patronos y deidades más representativas, viviendo una de las tradiciones que más nos representan a nivel mundial, y sin duda alguna la fiesta más grande de nuestro estado.


Cuenta la historia, que la feria se celebra al mezclar las tradiciones prehispánicas con las católicas, por un lado, se conmemora la hazaña de doña María de Angulo, benefactora del pueblo que en época de la Conquista, quien repartió comida a todo el pueblo luego de que los brujos tradicionales curaran a su hijo de una extraña enfermedad.

Este suceso en especial, se reproduce con la salida de la chuntá, la mujer barbada, los hombres de este y otros municipios se visten con el atuendo típico de falda floreada, blusa bordada, trenza, maquillaje y tocado, para recorrer las calles de Chiapa de Corzo con sus canastas sobre la cabeza o los brazos, decoradas con banderas de colores y repartiendo alegría y comida entre comparsas, primer día oficial del festejo y muy esperado por muchos.

Es el día en que se terminan las masculinidades frágiles, aquí todos se disfrazan y lo disfrutan, con la arrechura que ya es característica de los habitantes de este pueblo mágico, que recorren las calles por la tarde noche al ritmo de la música y convierten al pueblo en una gran celebración.

Su salida, es anunciada por el Abrecampo, un personaje que en aquel tiempo, iba poniendo orden entre las dádivas de la benefactora para que la gente no se amontonara, hoy en día, va precisamente abriéndole paso a la multitud que baila, avisando por dónde va avanzando el recorrido, con pantalones cortos, su escoba y el cuerpo completamente pintado de negro, en este primer día de festejo.

Este año, no fue la excepción: desde alrededor de las 4 de la tarde, las pandillas de chuntá se reunieron para maquillarse, vestirse y preservar esta tradición, algunos ayudados por sus esposas e hijas, otros se arreglaban entre ellos mismos, todos unidos por esa emoción de que la fiesta ya comenzó, anunciando la alegría de todo el pueblo, durante varias horas de recorrido que se hace entre familias de distintas generaciones.


Otro personaje que nace de la leyenda de doña María de Angulo, es el parachico, y es que cuando la ayuda fue repartida al pueblo, sus habitantes comenzaron a buscar la forma de agradecerle, por lo que se les ocurrió hacer máscaras con la madera que tenían a su alcance, se cubrieron con zarapes, improvisaron la cabellera rubia con ixtle y así nació el atuendo, además, mientras recibían la comida, las sirvientas de doña María decían que había comida para el chico, para todos, acuñándose este nombre que ya es patrimonio inmaterial de la humanidad declarado por UNESCO.

Los trajes de chuntá, parachico y chiapaneca, se elaboran desde incluso un año antes, sus detalles elaborados por manos artesanas lo hacen un atuendo costoso, que la mayoría de habitantes tiene el suyo propio, aunque también hay quien los renta para la ocasión, toda la economía en general del municipio se reactiva, y la derrama turística es significativa durante todo este primer mes del año.

Todos pueden acudir a los días de fiesta, ya sea la salida de chuntá, parachicos y chiapanecas, lo importante es ir con ropa cómoda, bien hidratados, fijar puntos de reunión en caso de que algún integrante del grupo se pierda entre la multitud, prever los tiempos para entrar y salir debido al tráfico que se ocasiona, no excederse en el consumo de bebidas alcohólicas y de preferencia no llevar carro, pues las calles se abarrotan y muchas vialidades se cierran… todo esto vale la pena con tal de vivir esta milenaria tradición, emblemática de la cultura chiapaneca.

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