Chorizos Esponda, una tradición familiar
Tuxtla.- Desde 1995, la familia Esponda se ha dedicado a la elaboración de chorizos artesanales, que ahora está a cargo de Jenny Roque Esponda, quien justo acaba de celebrar el primer aniversario de Empresarias Unidas de Chiapas y ha sido un caso de éxito gracias a su perseverancia y a superar el miedo a pensar que no sabía nada, contra personas a su alrededor con experiencia; venció el miedo social.
Con una oferta variada, su principal producto es el chorizo, aunque también cuentan con carne adobada, costilla adobada y longaniza, desde hace 26 años que salieron al mercado iniciando la marca por su mamá, quien es originaria de Jiquipilas, y al mudarse a Tuxtla inició el negocio, mismo que ella inicia hace tres años, y gracias a una amiga se enlazó con Rocío, con quien participó en su primer bazar en el estacionamiento de plaza Poliforum, donde convivió con muchas compañeras con experiencia que la cobijaban y se emocionó al ver que la gente compraba su producto.
“Ser emprendedora para mi es salir de mi zona de confort y de un nicho de clientes, empezar a expandir tu marca y dar a conocer tu producto aún con miedo, lo peor que puede pasar es que no nos compren, el no ya lo tienes, tengo un hijo de 16 años al que también le gusta vender, y me ayuda en el negocio”.
Jenny recuerda que su hijo vendía yogurt, papas y refrescos, aunque no supiera dar el cambio, ahí descubrió que le gusta el negocio, sin embargo fueron sus papás quienes le inculcaron este espíritu, pues sembraban hortalizas y cuando cosechaban mandaban a Jenny a venderlo, piensa que cuando una está chica acata las órdenes de sus papás, por lo que al principio no le gustaba, pero iba a las casas a vender, incluso las personas se burlaban de ella por estar chiquita, recuerda que vendía nuégados, gelatinas, y hasta los seis o siete años ya le gustaba vender, iba con su canasta de pan, luego empezó a vender por catálogo y ahora maneja la marca de la familia.
“Ahora por la pandemia ha habido mucha depresión, para mi los bazares significan salir de la zona de confort, de un encierro, y oportunidades de relacionarte, la gente tiene miedo de vender, de si van a recuperar lo que invierten, yo les digo que si están en un momento depresivo pero están emprendiendo no hay mejor medicina que los bazares, ahí te relajas, te distraes y generas un ingreso”, explicó.
La base de su marca es el chorizo, que lo elaboran ellos mismos, también cuentan con carne, costilla adobada y longaniza; se consume más aquí que en Jiquipilas, sobre todo porque no se van por el dinero, sino que tratan de cuidar la salud porque no provoca agruras ni malestar estomacal, está hecho con el corazón y eso los lleva a ser recomendados, ellos levantan pedidos entre semana, el producto se elabora los jueves y entregan los fines de semana de 8 a 10 de la mañana o a partir de las 7 de la noche, el resto del día está en diferente bazares.
“Ser ama de casa es pesado, es un trabajo fuerte que aplaudimos, pero las que somos mamás, amas de casa y emprendedoras también merecemos un aplauso porque es muy cansado, llega a ser difícil, no tengo momentos de bajas ventas, ya sé mi margen mínimo porque tengo mi cartera de clientes, sin embargo los momentos menos atareados los aprovecho en casa, cuando hay mucha demanda y también hay que ser mamá también se puede, siendo organizada y disciplinada, aunque tenga que levantarme antes y dormirme después”, nos cuenta.
Al principio, recuerda que no tenía el apoyo de su esposo porque no le gustan las ventas, sin embargo ella inició por una parte económica, para ayudar a sus papás, inició tocando puertas en el fraccionamiento Villa Real, pues su hermano se dedica a lo mismo y le enseñó un día, recuerda cómo le temblaban las piernas, la mano, pero a pesar de eso le compraban, también recuerda que vivía momentos depresivos y esa era su motivación para vender de casa en casa, ahora también lo hace en la colonia Santa Fe.
“Como yo me enfocaba en qué decir y qué puerta tocar, me olvidaba de la depresión, años atrás tenía conflictos con mis compañeras mujeres y tenía ese miedo, pero cuando vi que no me compraban pero me deseaban éxito y bendiciones era una satisfacción como si me hubieran comprado, me sorprendía que era una mujer la que me decía eso y yo estaba súper feliz, años atrás siempre ha habido competencia entre nosotras mismas y hoy nos potenciamos”, reconoce.
Quitando el miedo, toda esta experiencia ha sido bonita, lo que no ha sido bonito es el cansancio que a veces se tiene y con ese mismo cansancio hay que cumplir todos los roles: ella hace las compras, elabora, entrega, sale a vender y su hijo la apoya en bazares y la acompaña de casa en casa, su esposo le ayuda a hacer su cartera de clientes desde que vio que las cosas empezaron a funcionar, él vive en San Cristóbal, le pedía algunos kilos y le ayudaba a ahorrar las ganancias, cuando se dio cuenta que sí le iba bien, la empezó a apoyar y respetar lo que hace, incluso en lo que él puede también desplaza el producto.
“En mi experiencia, vender ha sido fácil porque yo ya tenía la receta de mi mamá, es difícil llegar al paladar de las personas, hay clientes que solo compran un kilo y no sé si les gustó o no, pero meses después me dicen que está muy bueno, me preocupa tener un cliente nuevo y que le vaya a gustar, pues un comentario positivo puede llegar hasta cinco personas pero uno malo trasciende, mi producto dura en refrigeración hasta dos semanas y media, es apto para toda la familia, no es picante, es apto para quienes tienen gastritis, les vendemos la cantidad que quieran, lo que más nos piden para eventos es la carne adobada para tacos al pastor”, señala.
Puedes encontrarla en Instagram y Facebook como Chorizos Esponda, con entregas de jueves a domingo, y con servicio a domicilio en la compra mínima de 200 pesos, además, siempre está en los bazares, la puedes contactar también al 9612589080, o en Caña Hueca los sábados y domingos, así como los fines de mes en Bazarea, en Infonavit Grijalva.
“Mi mensaje para las emprendedoras de cualquier edad es que se animen, si quieren generar un ingreso vayan a los bazares, a donde te sientas cómoda, ahí ganas amistades, compañerismo, si sufres depresión por problemas económicos o familiares el bazar es un medicamento para la salud mental, todo se vende porque la gente se solidariza con el consumo local, si tienen miedo háganlo con miedo, si quieren crecer tienen que ser constantes y disciplinadas, si la gente llega y no te encuentra pierdes credibilidad, es normal tener bajas ventas de vez en cuando, hasta a los grandes empresarios les pasa, pero el cansancio con dinero se siente rico”, finalizó.
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