Cuento infantil: Ardilla-reza, entre el Respeto y la Solidaridad
AUTORA: Guisella Toro
Twitter: @guiselatoro
Facebook: https://www.facebook.com/guisella.toro/
Erase una vez, en una montaña de la selva lacandona, cubierta de pinos frondosos, ceibas milenarias y fresnos redondos de grandes hojas, vivían una variedad diversa de animales. Llegaron huyendo del gran incendio que había destruido la parte del bosque donde vivieron por muchas generaciones. Corrieron decenas de kilómetros para salvarse. El castor líder los condujo hasta esa montaña selvática, donde no había sido devastada por el fuego. Incendio que los humanos taladores de árboles habían provocado. Ya eran muchos años sacando las maderas preciosas, cortando sin ningún amor a la tierra, destruyendo la selva que por muchos años ha sido el pulmón de Chiapas y México. Los animalitos se acomodaron, en su nuevo territorio, para comenzar una nueva vida. En esa caravana habían llegado: Conejos, Armadillos, Castores, Ardillas, Venados, Mariposas, Loros cabeza amarilla, Guacamayas y Changos.
La familia de ardillas era la más numerosa, por lo que se distribuyeron sobre quince arboles, taladrando las cortezas hasta formar huecos que se convirtieron en sus casas. Esto las protegería de las águilas hambrientas. Los conejos por su parte, habían encontrado troncos viejos derribados por el viento y las tormentas, los arreglaron para que fuera su nuevo hogar. Los venados habían encontrado muy cerca, una pequeña cueva, debajo de unos frondosos arboles de ceiba, que convirtieron en su casa. Solo habían quedado seis venaditos. Y así, cada familia sobreviviente busco en ese bosque, el que seria de ahora en adelante su nuevo hogar.
Los días pasaron, cada familia de animales trabajaba en sus tareas. No así para las pequeñas ardillas, que corrían y buscaban comida por todo el territorio, dejando a su paso destrucción, sin tener ninguna consideración por los demás animales del bosque. Acarreaban y acarreaban toda la comida a sus madrigueras, dejando sin alimentos a los demás animalitos. Por ser más numerosas fácilmente arrancaban las nueces macadamias, las manzanas, las bayas y todos los frutos que estaban al alcance de ellas. Cuando llegaban los demás a cortar alimentos, se encontraban con los arbustos vacíos, por lo que tenían que caminar mas lejos, para poder conseguir su comida. Muy pronto llegaría el invierno. Ese bosque no sería suficiente para ellos, si no se organizaban. Dentro de la familia de ardillas estaba una pequeñita de nombre Ardillareza; tenia cuatro meses de vida. Sus padres por el incendio ocurrido, no habían educado a la ardillita ni le prestaban atención. La pequeña iba por el bosque sin ningún respeto y consideración por nadie. Era muy grosera con todos en ese lugar. Nadie le podía decir nada, porque la pequeña ardilla se les iba encima con palabras altisonantes y groseras. Cierto día por la mañana, un viejo castor caminaba buscando alimentos sin éxito, nada había ya. Era un anciano al que todos los animales adultos respetaban, por su sabiduría y por que él los había conducido hasta esa parte de la montaña. El les había contado que, en sus años de juventud, se había perdido en ese lugar. No abría sobrevivido de no ser porque ahí, existían muchos alimentos y no había animales depredadores. Los condujo a ese hermoso bosque donde efectivamente lo que había prometido era verdad. El viejo castor se sentó a descansar aun costado del camino, sus pies ya no le respondían. De pronto una ardillita paso corriendo, como alma que lleva el diablo, llevándoselo entre las patas. Ambos animalitos rodaron y rodaron hasta caer en un pequeño hoyo profundo lleno de hojas secas. Las ardillas que venían detrás corrieron a ayudarlos. La pequeña ardilla ruidosa, a pesar de tener la culpa del accidente, altanera le grita:
–Viejo inútil, porque se pone en medio del camino. Mire lo que me ha hecho, he quedado toda llena de hojas y mi lindo cuerpo lleno de raspones. No debería salir, solo es un estorbo para los que vivimos aquí -las demás ardillas recolectoras se unieron a su amiga para respaldarla-.
–Que manera de perder el tiempo, sin hacer nada. Usted es un estorbo, ya huele feo, es más debería irse a vivir a otro lado. Lárguese de aquí -grito nuevamente Ardillareza -El viejo castor, se levantó lleno de hojas, con el rostro triste y observando como esas pequeñas ardillas se burlaban y lo insultaban. Sin embargo, calló, no les dijo nada. Sonrió y levanto su bastón, para caminar lento hacia su casa. Las ardillas pequeñas, desconocían quien era. Sin darle importancia siguieron con su objetivo de buscar alimentos. Nadie se había dado cuenta que una hermosa mariposa Monarca y un Loro cabeza amarilla habían presenciado la escena. Para esos días, ya muchos animalitos del bosque estaban desesperados por no encontrar mas comida; tenían que caminar y caminar para lograr al menos comer una fruta, que, si bien les iba, era de las que por descuido no habían alcanzado a cortar las depredadoras ardillas. Una mañana, ya artos de ellas, unos Loros y Guacamayas las enfrentaron:
–Oye, tu ardilla, este es mi territorio y no puedes venir a cortar mis frutos. Ustedes eligieron su territorio. Solo ahí pueden cortar alimentos -grito uno de los loros a las ardillas-.
–¿Quien dice? A mi nadie me da órdenes -contesto altanera la ardilla-.
–¡Yo lo digo! Si das un paso más te aventare de los arboles -Dijo el Loro cabeza Amarilla retándola-.
–Anda vamos a ver si puedes…Aquí te espero. Nadie me dice lo que tengo que hacer -Contesta furibunda la ardilla-.
–Mira todo lo que ya han arrancado, no han dejado nada de alimentos para los demás. No es justo que tengamos que ir mas lejos para cortar nuestros alimentos. Ustedes ya han almacenado grandes cantidades. Hemos visto como el viejo castor no ha podido ya caminar, para buscar sus alimentos. Ustedes son unas desconsideradas.
Sin pensarlo, la ardilla altanera se va encima del Loro, comenzando a pelear cuerpo a cuerpo. Las ardillas le aplaudían a su compañera y el loro también era ovacionado por las Guacamayas y Loros. Fue tan ruidoso el pleito que se escuchó en todo el bosque, haciendo que muchos animales mas se acercaran a ver la pelea. Un castor adulto y una venada madre, corrieron para tratar de detener la pelea. Cuando llegaron ambos animales tenían sangre por todo el cuerpo, rasguños y moretones. La venada y el castor se metieron entre los dos animales en discordia:
–¡Paren, paren de pelear! No es posible que no se respeten. ¿Por qué pelearon? -preguntó la venada-.
–Hemos peleado porque estas ardillas egoístas se la pasan cortando todos los alimentos, sin tomarnos en cuenta. Se sienten dueñas del lugar y no es justo. Todos hemos tenido que salir a buscar nuestra comida más allá de nuestro bosque, exponiéndonos a ser devorados por otros animales. Ellas no merecen vivir aquí, nadie de nosotros les importamos. Hace unos días maltrataron al viejo castor que nos trajo aquí. Él fue tan educado que no les dijo nada. Se retiró del lugar a pesar de que una de ellas al ir corriendo se lo llevo entre las patas hasta caer al canal profundo de hojas secas, dejándolo malherido -Contestó el Lorito cabeza amarilla-.
–A ver, las semillas y los frutos son de todos. Ustedes son unos holgazanes por eso no tienen comida. Nosotras trabajamos desde muy temprano acarreando nuestros alimentos, ya que el invierno está muy cerca -contesto altanera la ardilla-.
–Bien, no ganamos nada enfrentándonos. Todos elegimos este lugar por tener muchos arboles frutales, semillas que cosechar y plantas para comer -Exclamó el castor adulto-.
–Vamos, caminemos para tener una reunión urgente. Debemos aclarar todo, ordenar la recolección, cuál es nuestro lugar para cortar alimentos y quienes tenemos derecho a hacerlo; así como el tiempo que debemos darles a los arbustos para que vuelvan a producir sus frutos -Dijo la venada a todos los presentes-. Vamos acompáñennos.
Todos caminaron hacia el centro del bosque. La venada y el castor comenzaron a llamar a todos, por lo que en menos de tres minutos ya se encontraban en ese lugar más de la tercera parte de animales. Entre los asistentes estaba el castor viejo que había arrastrado la ardilla.
–Buenas tardes a todos. Hemos convocado a esta reunión urgente, porque el día de hoy finalmente ocurrió una pelea por la comida, lo que tanto pensamos que sucedería, pero nadie tuvo el tiempo de convocarnos para organizar el territorio. Debemos dejar claro las reglas de convivencia en este lugar, vivir en armonía y con derechos. Este lugar nos cobijo a todos gracias a que el viejo Castor Cast, nos trajo sin dudarlo. Sin ser egoísta nos habló de este bosque maravilloso para vivir. No le hemos agradecido que haya mostrado su solidaridad con nuestra perdida, apoyándonos al traernos a esta montaña. Aunque pudo quedarse solito en este lugar y nunca más padecer de alimentos, prefirió compartirlo. El ha dado mucho por todos. No se ha quejado de nada, ni siquiera condiciono el lugar donde el viviría, cuando la ley del bosque es que quien llega primero, es quien elige el mejor lugar para vivir. No lo hizo, permitió que cada uno eligiera y el se quedó con un pequeño territorio, donde vive solo. Hace unos días todos nos enteramos de lo que paso con una de las ardillitas y Castor Cast. Nadie dijo nada, si estaba bien o necesitaba algo. El ya es un abuelo que merece toda nuestra consideración. Debemos respetarlo y enseñarle a nuestros pequeños a respetar a los mayores. Eso aprendimos nosotros de nuestros padres. Debemos poner orden en este lugar, de no ser así, pronto estaremos viviendo como nuestros antepasados, donde todos se arrebataban las cosas -Expuso la venada-.
–Así pienso yo, que no debemos permitir que los animales pequeños y jóvenes les falten el respeto a los mayores. Ellos han entregado su vida por nosotros. Nos han transmitido conocimientos, nos han cuidado y sobre todo siempre están dispuestos a sacrificar lo de ellos por nosotros. Eso es lo que he vivido en el bosque con Castor Cast, siempre me ha tratado como familia- Dijo una madre coneja-
–¡Cierto! Castor Cast, nos trajo hasta aquí y nunca se ha quejado. Comparte todo lo que esta a su alcance y si alguien necesita apoyo, él es el primero en ir a dárselo –Dijo la voz de un Chango–.
–Bueno, creo que primero debemos elegir un comité de administración. No lo hemos hecho desde que llegamos. Debemos organizarnos, porque pronto vendrá el invierno y no tendremos alimentos -Dijo la voz de una Guacamaya-.
–Muy bien. Si ustedes me lo autorizan vamos a elegir. ¿Levanten la mano quien quiera participar dentro del comité? -Levantaron la mano solo tres animales- La Venada-Ninica, el Chango-Pinguin y el Castor-Gust. Bien vengan aquí, vamos a votar quien será el presidente, el administrador de alimentos y el vigilante del territorio. Considero que Castor Cast, debe quedarse como presidente honorario, su sabiduría nos ayudará cuando haya empates. ¿Si están de acuerdo, levanten la mano? –Todos los presentes levantaron la mano-. Bien ahora votemos -Dijo la Venada-. Siempre era muy activa dentro de la comunidad, por eso tomo la iniciativa de conformar de una vez, el comité administrador del bosque. Así, todos votaron levantando la mano cuando la venada les pedía que votaran por cada uno, quedando el comité administrador del bosque de la siguiente manera:
–Bien, este el resultado final Castor-Gust como presidente; La Venada-Ninica, como administradora de alimentos; y el Chango-Pinguin, como vigilante del territorio. Todos nos sumaremos a cada uno de ellos para ayudar. –remató Venada-Ninica-.
Castor Gust, alzo la mano e inmediatamente con voz fuerte dijo:
–Mi primera propuesta será que repartamos los territorios y cada familia se haga responsable de mantener esa porción de tierra asignada en buen estado. Deberá plantar nuevos arboles de frutos para que tengamos todo el año alimentos. Mi segunda petición será que nadie en todo el territorio le faltará el respeto a los demás, y mayormente a nuestros abuelos, quienes gozaran de pleno respeto. Los apoyaremos y los amaremos. En nuestro bosque debe prevalecer siempre el respeto y la solidaridad. Por eso le voy a pedir a la familia de ardillas que han estado acaparando los alimentos desde que llegamos, que nos compartan un poco de lo mucho que ya han recolectado. Compartir es ser solidarios con los que no tienen alimentos.
–Noooo, eso no -grito una de las ardillitas- Es mucho lo que he trabajado para regalarles lo que ya hice -gritó llena de rabia, era Ardillareza-.
–Bien, les doy un día para que se lo piensen. Si no quieren, serán expulsadas del territorio. No soy el único al que no tienen contento con la conducta que han tenido últimamente. ¿Quieren que someta a votación esta ultima petición? -Dijo Castor Gust, presidente-.
–No es necesario. -Se oyó la voz de una ardilla adulta que se encontraba sobre las ramas de un árbol de ceiba-. Les daremos lo que nos piden. Tienen razón, nos hemos comportado egoístas. Les pido una disculpa en mi nombre. Compañeras bajemos por favor, debemos pedir disculpas a todos. Tú, Ardillareza, deja de hacer rabietas, ve a pedir disculpas a Castor Cast, por tu mal comportamiento con él y con todos, por pelearte con el Lorito-Tito cabeza amarilla. No podemos seguir así, queriendo todo para nosotras. Ellos viven aquí y tienen derecho a comer de este bosque. -Terminó de hablar Ardilla-Sela, quien se distinguía en ese grupo de ardillas como la más cuerda e inteligente de la familia. Bajaron de los arboles las veinticuatro ardillas. Los padres de la pequeña Ardillareza, acompañaron a su hija frente a Castor Cast, instándola a pedir la disculpa publica-.
–Señor Castor Cast, yo no sabia todo lo bueno que ha sido con nosotros al traernos a este bosque. Lo que generosamente nos regaló. Me avergüenza haberlo aventado y también que le grité tantas groserías. Por favor perdóneme, no volveré a comportarme así. Me gusta vivir aquí, es todo tan bonito y quiero que sea mi hogar para toda la vida. Discúlpenme todos a quienes ofendí ¿Me deja darle un abrazo?
–Claro que si, ven aquí. Se lo que pasa cuando se tiene tu edad, por eso no te respondí. Yo también fui joven y me comporté mal, así como tú alguna vez. Todos cometemos errores, pero en nosotros esta seguir cometiéndolos, o rectificar nuestro camino. Me da mucho gusto que lo explicado por todos tus mayores, lo hayas comprendido. Vendrán muchas enseñanzas de vida. Siempre cuando no entiendas algo, nunca dudes en buscar un consejo de tus padres o de tus abuelos, si no contaras con ellos…siempre encontraras un abuelo postizo como yo, que estaremos gustosos de escuchar y aconsejarte. Estas canas han sido ganadas por esos años vividos, pero sobre todo por las equivocaciones que cometí. Me caí y me levanté muchas veces, eso es lo que nos hace más sabios.
Todos aplaudieron al ver la acción humilde entre Castor Cast y Ardillareza. Ese momento mágico quedaría grabado en la memoria de todos. Todos habían aprendido una gran lección.
–Muy bien-Dijo Castor Gust- Ahora vamos a votar por un nombre para nuestro bosque ¿Les parece “Bosque de convivencia feliz”? o ¿Bosque de los Fresnos?
–¡Bosque de Convivencia Feliz! ¡Bosque de Convivencia Feliz! -Gritaron la mayoría de los presentes-.
Desde ese día, los animales del bosque convivieron felices para siempre, al haber aprendido el valor del respeto: hacia los adultos mayores y el valor de la solidaridad… compartir los alimentos en épocas de escasez y apoyarse unos a otros siempre.
F I N
Commenti