Décadas de alertas sanitarias por enfermedades infecciosas y seguimos con los protocolos de colaboración perdidos
Para un país y sus habitantes resulta muy difícil evolucionar y construir un futuro mejor si no conocen su historia en profundidad. Esta afirmación está reflejada en la famosa frase “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, es una de esas sentencias populares que encierran una gran sabiduría. Pero, ¿qué significa exactamente esta frase?, les pongo un ejemplo:
En la historia, las grandes pandemias producidas por diferentes infecciones a causa de bacterias o virus han representado importantes y terribles azotes para la raza humana y el desarrollo de la sociedad. La humanidad ha transitado por la viruela, peste bubónica, cólera, gripes, entre muchas otras, y más reciente desde hace 40 años ya han sido varias las propagaciones de virus que han puesto en jaque la salud mundial, como son el SARS o Síndrome de Respiración Aguda, el VIH/SIDA, la gripe A-H1N1, el mortal brote del ébola, los temidos virus transmitidos por mosquito como el dengue, el zika y el chikunguña en América Latina y recientemente el coronavirus que han matado a millones de personas. Nuevas catástrofes y desastres podrían surgir en un futuro no lejano, acabando con especies y ecosistemas, como es actualmente el MPOX (antes viruela del mono) la nueva alerta internacional sanitaria enviada por la OMS donde advierte que "debemos prepararnos" para una posible pandemia de este patógeno en humanos, ya que es considerada una ESPII “Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional” que es un acontecimiento “extraordinario” que constituye una amenaza para la salud pública de los estados a causa de la propagación de esta enfermedad, y que exige una respuesta internacional coordinada.
La mpox "no es la nueva covid", porque las autoridades saben claramente cómo controlar su propagación, esto, afirmado por expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero a pesar de la preocupación real por una nueva variante del virus y de la alerta mundial, los mexicanos seguimos sin aprender.
En el contexto histórico-social a través de distintas épocas, todas las pandemias han desencadenado relevantes eventos, entre los cuales se destacan su distribución global, la rápida propagación, recelo en la población ante el temor de contagio, elevadas pérdidas de vidas humanas, desolación social y económica. Desde el punto de vista sanitario, las pandemias provocan colapso en los sistemas sanitarios, carencia de recursos y de procedimientos para él diagnóstico y tratamiento oportuno de la enfermedad en cuestión. Pero además de lo anterior, todas a lo largo de la historia han tenido el mismo comportamiento y resultados comunes, no solo desde el punto de vista de la salud, sino también han generado resultados negativos en la economía, y en el ámbito social, acrecentando los niveles de desempleo, pobreza y marginalidad, sumiendo cada vez más a la población en una exclusión social, todos estos acontecimientos de gran catástrofe y desolación, además de la repercusión marcada a gran escala y larga durabilidad, con escasa posibilidad de poder librarse de sus efectos, desencadenando aún más la crisis sanitaria, asociada a la social y económica mundial.
No cabe duda que aún con los adelantos científicos existentes, las pandemias constituyen un desafío para gobiernos, científicos y profesionales de la salud, sin dejar a un lado a las organizaciones de la sociedad civil. Su tratamiento continúa siendo un reto que debe alentar a los países a mejorar cada día sus servicios de salud y estrategias sanitarias; las medidas higiénico-sanitarias continúan siendo uno de los pilares fundamentales para atenuar su propagación e incremento de la morbi-mortalidad. Si seguimos sin reconocer nuestras carencias en salud, desde la capacidad de atención hasta la falta de medicamentos seguirá empujando cada año a 100 millones de personas a la pobreza extrema (BID/OMS), ya que el costo de la atención de salud es una carga financiera importante para las familias; en todo el mundo, 800 millones de personas gastaban al menos el 10 % de su presupuesto familiar para pagar gastos médicos –según la SHCP, durante el 2021 el gasto de bolsillo en salud creció a 41.4%, es decir, de cada 100 pesos, poco más de 41 provino de los hogares–, viéndose obligadas a menudo a elegir entre su salud y otras necesidades familiares, como alimentos, matrícula escolar o transporte. Si estos 800 millones de personas vivieran en un país, representarían la tercera población más grande del mundo. Esta carga financiera se observa en todas las regiones del mundo.
Ante los riesgos actuales no podemos darnos el privilegio de no entender, en su momento el COVID y ahora el mpox han mostrado la necesidad emergente de conjuntar y consolidar una visión común e identificar oportunidades para promover sistemas seguros, saludables y sostenibles con apoyo mancomunado de gobiernos con todos los sectores y de la cooperación sanitaria internacional en un mundo necesitado de bienestar universal y con una población que presenta un alto indices de enfermedades no transmisibles (ENT) –que matan a 41 millones de personas cada año, lo que equivale al 71% de las muertes que se producen en el mundo– no controladas que al presentarse una enfermedad infecciosa como mpox, puede causar cuadros de enfermedad graves, y evitar que la mayoría de la gente se recupera completamente, causando el aumento en la mortalidad o sumergiendo a los pacientes en secuelas crónicas que les afecte su calidad de vida, desarrollando un espiral que sumerja a la población en mas asistencia social, mas pobreza y mas enfermedad.
Asegurarnos de que el acceso a los servicios de salud se convierta en una realidad para todos los hombres, mujeres, adolescentes y niños, vivan donde vivan, tiene que ser una prioridad mundial en el ámbito del desarrollo económico y social, y de las actividades humanitarias, además de una prioridad de todos -gobierno e iniciativa privada a través de las empresas y los organismos civiles-, tenemos que proporcionar atención y tratamiento a quienes más lo necesitan; mientras no se haga, las enfermedades no transmisibles y enfermedades infecciosas seguirán eclipsando el potencial de las personas y las economías, sumergiéndo en un espiral de desigualdad, pobreza y exclusión social a nuestro país y al mundo entero.
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