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  • VANESSA TRACONIS QUEVEDO

El Dengue, una epidemia crónica de la que nadie habla lo suficiente y un grave problema de Salud



El dengue es una enfermedad zoonótica con evolución clínica que puede manifestarse desde un malestar general hasta un cuadro grave, como el dengue hemorrágico. Dicho padecimiento es causado por un virus transmitido al ser humano por la picadura de la hembra del mosquito Aedes aegypti, que tiene cuatro serotipos; la infección por cualquiera de éstos deja inmunidad de por vida contra ese serotipo en particular, pero no obstante, el cuadro clínico frecuentemente es confundido con otras infecciones virales, y para detectarlo se requiere de una prueba de laboratorio; uno de los primeros síntomas es fiebre muy alta que puede subir hasta los 40 ºC., un dolor insoportable de cabeza, detrás de los ojos, en los músculos y en las articulaciones, ¡una molestia horrenda!, podríamos referir que hasta el cabello duele, todos estos síntomas acompañados de náuseas, que no dejan dar ni un paso, ni siquiera se siente la fuerza y ganas necesarias para levantarte de la cama; así describimos los pacientes con dengue a la enfermedad conocida coloquialmente como el trancazo, la quebradora o quebrantahuesos; pero esa es la versión más leve, porque si el virus ataca al sistema circulatorio y produce shock y hemorragia interna, puede provocar la muerte en horas; según los especialistas, actúa de manera muy rápida, iniciando abruptamente después de un periodo típico de incubación de entre 5 y 7 días, y el curso sigue 3 fases: febril, crítica y de convalecencia; sin embargo, muchos sectores sociales consideran que el cuadro clásico de dengue es automedicable, no amerita atención médica y puede manejarse en casa –es por ello que en nuestro país hay un subregistro de la enfermedad–, este padecimiento se puede agravar aún mas cuando se presentan comorbilidades con enfermedades crónicas no transmisibles –diabetes, hipertensión, etc.–, no solo en el ámbito de salud, si no también en la economía familiar.

La presencia de casos de dengue en nuestro país está dada por las condiciones sociales y económicas, que han cambiado al paso de los años, tal como el crecimiento de zonas urbanas y costeras; el desarrollo de puertos industriales, con el consecuente aumento de los grupos poblacionales en zonas propicias de desarrollo del vector –como la migración de personas provenientes de otros países–; el incremento de artículos manufacturados, en su mayoría desechables: botellas, frascos, llantas, latas, etcétera, que son objetos en donde hay reproducción del mosquito, –cabe mencionar que, en tres décadas, la producción de botellas desechables creció 4.4 veces y 6.2 veces la de llantas, por lo que se considera que el dengue se ha agravado por la ausencia de políticas ambientales–, así como el impacto del cambio climático en el mundo. En México, especialmente la zona sureste, se caracteriza por grandes extensiones territoriales selváticas y boscosas que aseguran una gran biodiversidad, entre la que se incluyen muchas especies vectoriales de importancia epidemiológica; aunque las preocupaciones en el sector científico, se centran en dos aspectos que se entrelazan: que sean más los vectores que los típicamente conocidos los que demuestran competencia, capacidad y potencial para expandir el virus y el nuevo comportamiento de los transmisores que los epidemiólogos están observando; teóricamente estos vectores no proliferan a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, pero en México sí lo están logrando, debido al cambio climático, los mosquitos Aedes ya pueden sobrevivir a más altura; por otro lado, las lluvias extremas, las que no son estacionales, los cambios de temperatura y humedad son parámetros climáticos importantes que tienen una influencia muy fuerte en la supervivencia y proliferación de estos agentes que no se han conseguido erradicar; se trata de una epidemia que nunca acaba, con la que las poblaciones más vulnerables, las que menos recursos tienen, se han acostumbrado a vivir, y el resto, quienes no lo padecen, lo han normalizado porque representa una enfermedad que no está a su alcance, desestimando que el dengue es una de las enfermedades más preocupantes de nuestra región, ya que el consenso científico pronostica para la próxima década un aumento del impacto del virus en México derivado del calentamiento global. “Algunos expertos ya han advertido que muy pronto 20 millones de personas estarán expuestas a brotes de dengue causados por los mosquitos Aedes que sobrevivan en altitudes más altas”.

Se trata de un arbovirus que ya es endémico en 128 países –ocupando México el lugar 20 entre los países con incidencia–; siendo responsable de una epidemia crónica de la que nadie habla lo suficiente, que cada año va incrementando y al que solo se presta atención cuando causa una alarma internacional, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta hasta a 400 millones de personas anualmente y cuya frecuencia ha crecido en las últimas décadas hasta convertirse en la enfermedad viral transmitida por insectos de propagación más rápida en todo el planeta; la situación epidemiológica en América Latina no ha dejado de crecer, reportando más de 2,8 millones de casos en 2022; en México, actualmente se reporta casos en 28 de sus 32 estados, siendo en la última década escenario de hasta uno de cada cinco fallecimientos del continente, siendo lo peor es que la tasa de gravedad de la enfermedad también ha ido en aumento, información recolectada en las tablas de incidencia y los casos a nivel nacional y estatal.

Los casos de dengue en México en 2023 llegan a casi al doble que el año pasado, pero la tasa de letalidad ha disminuido,- según datos de la SSA–, pero aunque la tasa de letalidad hasta ahora sigue a la baja, los de gravedad siguen a la alta, es por ello, que es tan importante que los gobiernos locales, instituciones y la sociedad civil unan esfuerzos en un trabajo coordinado para disminuir, controlar y mitigar la transmisión de esta enfermedad, que no solo radica en un problema de salud, si no también un problema económico, por ser una enfermedad discapacitante que afecta la economía tanto familiar, como del país.

El Dengue hoy en día, ya es considerado un grave problema de salud pública y una enfermedad endémica, pero la magnitud del problema es tal que cuenta con notificación epidemiológica para su vigilancia y control; en México hay un reporte semanal del Sistema de Vigilancia Epidemiológica en el cual se reporta y se difunde la información de 142 enfermedades sujetas a vigilancia por su impacto en la morbilidad y mortalidad de la población; esta enfermedad ha aumentado un 219% en lo que va del año en comparación con 2018; Chiapas es uno de los cuatro estados con más casos de dengue en el país, acompañado por Veracruz, Tabasco, Quintana Roo y Jalisco, entre los cuatro suman el 75% de los casos confirmados; los municipios más afectados por el dengue son Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, según el informe emitido por las autoridades de salud, sin embargo la lista de los diez municipios con la mayor cantidad de casos reportados incluye a Tapachula, Tonalá, Comitán, Venustiano Carranza, Chiapa de Corzo, Motozintla, Ocosingo, Tuxtla Gutiérrez, Socoltenango, Copainala.

A pesar de que la inclusión del dengue en el marco de las prioridades nacionales obedece parcialmente a los criterios antes mencionados, su incorporación a la agenda responde a un aspecto importante en la práctica de la salud pública: anticiparse a la emergencia de un serio problema, siendo que la relevancia de esta enfermedad se ubica en el contexto de la prevención para evitar que el dengue y sus formas severas -el dengue hemorrágico (DH) y el síndrome de choque por dengue (SCHD)- se conviertan a corto o mediano plazo en una urgencia epidemiológica cuya magnitud rebase la capacidad de respuesta de los servicios médicos asistenciales, subraye las limitaciones de las estrategias de control emergente y resulte en un incremento en la mortalidad, sobre todo de los menores de 15 años.

Aunque el Gobierno mexicano lleva años trabajando para frenar al virus, ninguna estrategia ha resultado eficiente para darle jaque mate a uno de sus más graves problemas de salud pública, lo que lo vuelve un desafío que ha motivado la creación de una herramienta para ayudar a identificar brotes y priorizar los esfuerzos de control del patógeno; es por ello que la Fundación Red Salud lanza el programa “Todos Unidos Contra el Dengue”, el cual pretende diseñar y ejecutar una campaña de información, sensibilización y prevención del Dengue, en coordinación con todos los sectores, gobiernos locales, instituciones, empresas, organizaciones de la sociedad civil de las comunidades en riesgo, así como también de proveer el medicamento para la atención a la población, y desarrollar una guía –alineada a las normativas internacionales– para la participación comunitaria en la prevención y control del dengue, al mismo tiempo establecer la concientización en no ignorar los síntomas y no automedicarse, de fácil comprensión y acceso a la población.

Tenemos que comprender que “Sin mosquito no hay dengue y la participación y la movilización social, son las mejores estrategias para prevenir y controlarlo, pero no hay que dejar a un lado, que el tratamiento correcto y oportuno puede salvar vidas”.

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