Jhovani Pérez, el mejor mascarero tradicional
- AFP
- 9 ago 2024
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Tuxtla.- En la colonia Francisco I. Madero, de la colonial Chiapa de Corzo, se ubica el taller de Jhovani Pérez Pérez, un joven oriundo de este pueblo mágico que desde muy pequeño aprendió el arte del tallado y elaboración de la máscara de parachico, un emblema en Chiapas, México y el mundo, es un taller pequeño, sencillo, pero donde se han creado obras que han sido reconocidas a nivel estatal y que prometen trascender a otras esferas.
Todo comenzó hace 17 años, cuando fue aprendiendo todo este arte que conlleva tallar los rostros de la Fiesta Grande, la tradición más arraigada de su pueblo, usualmente cuando pensamos en un maestro mascarero podemos imaginarnos a alguien de avanzada edad, pero no siempre es así y él es la muestra.
“Mis papás me mandaron a aprender un oficio más que nada, y ya es que fui a la casa de un amigo, ahora maestro que es vecino de acá cerca, aquí se localiza el taller, lo que más me gusta es tallarla, que la máscara se vea viva, que luzca, para que luzca en la Fiesta Grande de enero”, señaló.
En su camino le ha tocado elaborar distintas máscaras, tradicionales, barbadas y hasta mitad humanas, mitad jaguar, hace cinco años empezó a participar en el Concurso Estatal de Máscara Tradicional, en 2021 obtuvo el tercer lugar, pero este fue su año, con la elaboración de una máscara que le valió posicionarse como el mejor entre otros 20 maestros mascareros de todo el estado en la edición número 51 de esta competencia.
“Muy contento, más que nada contento, feliz de obtener el primer lugar porque fue algo que esperaba, que anhelaba desde el primer año que comencé a participar, anhelaba el primer lugar, ya obtuve el tercer lugar tres años atrás y ahorita que se logró el primero”, se congratuló.
Jhovani se lleva hasta un mes en hacer una máscara, detallando poco a poco cada pieza, desde que termina la Fiesta de Enero comienzan a hacerle encargos, pues todo parachico quiere lucir su máscara.
Este reconocimiento le dio la motivación para seguir mejorando la calidad de su trabajo, y demostrar que su talento no tiene límites, hoy es un referente en la artesanía local y el ejemplo para las nuevas generaciones de artesanos que rescatan todos los saberes ancestrales y mantienen vigentes las tradiciones.
El proceso, por lo regular, comienza con la selección de un trozo de madera que por lo regular es de cedro, se marca el área que se va a ahuecar por la parte de atrás y así retira una parte de la madera con sierras y gubias, posteriormente, da forma a la parte delantera y crea las facciones con cuchillos y pulidores por medio del tallado, se suele tersar la madera con una corcholata, se alisa y pule para poder aplicar una base de yeso dando lugar a una textura muy fina.
Luego, se insertan unos vidrios delgados en la parte de los ojos y se hacen unas ranuras por donde el danzante pueda ver, para pintar la cara y los rasgos, se utilizan pinturas industriales mezcladas con aceite de chía y pinturas a base de tierras o anilinas.m, finalmente se vuelve a pulir la máscara para darle un toque brillante y se ponen las pestañas elaboradas con cabello.
Cabe recordar que el personaje del parachico, es parte de la fiesta declarada Patrimonio Cultural inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en el año 2010, sin esta pieza clave, no habría traje de parachico, ni danza, ni fiesta, de ahí la importancia de que las nuevas generaciones conserven esta tradición y mantengan viva la leyenda.
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