La aventura de ser mamá: con síntomas sospechosos de Covid
Tres meses aislada, usando cubre bocas, manteniendo la sana distancia... y de pronto, un día te despiertas con dolor de cabeza, de ojos, de cuerpo y articulaciones, y no le sientes sabor a tu desayuno: aún con la aplicación de las medidas de higiene, tengo síntomas de Covid 19.
Elisa nació apenas una o dos semanas antes de que comenzara el confinamiento, nació justo a tiempo para poder venir a casa a encerrarnos y pasar nuestra doble cuarentena, restringiendo las visitas, las veces que hemos salido al pediatra o las vacunas lo hacemos con cubre bocas, mi mamá apenas y va al súper, y el virus nos alcanzó.
Hace cinco días, empecé a sentir malestar general, lo asocié con haber hecho ejercicio un día antes, pero por la noche comenzó un dolor fuerte de ojos y sentía temperatura interna, aunque el termómetro nunca pasó de 37.1... pero la sospecha se hizo más grande cuando me desperté y no le sentí sabor a mi desayuno, hoy, tampoco siento olores.
Tan solo pensar en tener coronavirus me puso los pelos de punta, obviamente Elisa es mi preocupación más grande, de inmediato comencé a pensar en los casos que recuerdo en bebés, quise recordar las estadísticas, me puse a buscar en internet.
Después de hablar con el pediatra y con un médico, concluimos que por mis síntomas -sobre todo el de no sentir olores ni sabores- tengo Covid, la prueba ya no la hacen tan fácil y solo recomiendan ir al hospital en casos graves, afortunadamente yo solo tuve malestar un día, hoy nada más persiste la falta de sentidos.
No saben lo frustrada e impotente que me he sentido... siento que fallé como persona, siento que soy una terrible mamá, a pesar de que no he salido a pasear, ni a reuniones con mucha gente, solo he salido para lo indispensable, he tratado de extremar mis medidas de higiene, pero al parecer algo hice mal, porque terminé contagiándome, mi peor temor por el riesgo que corre Elisa.
Sin embargo, estamos ante un virus nuevo, si bien no me lo he tomado a la ligera, quizá debí ser más estricta al llevar a cabo estas medidas para no estar en esta situación, que repito: gracias a Dios no me siento mal ni tengo dificultad respiratoria, pero soy una fuente de contagio para Elisa y para quienes me rodean.
Tal parece que el Covid es más contagioso de lo que nos gustaría pensar... o de lo que a mí me gustaría pensar, desde el día 1 dejé de tener el poco contacto familiar que tenía, y fue el último día que vi a Rodrigo... no me perdonaría si él se contagia y se agrava, pues ha fumado por casi 20 años -ya no fuma, y estoy muy orgullosa de él- y corre mayor riesgo.
No se trata de hacerme la víctima, solo quiero compartirles lo que estoy viviendo. No es la peor enfermedad que he tenido, gracias a Dios lo único que sufro es no sentirle sabor a la comida, pero lo prefiero a todo lo que está pasando en los hospitales y con otras personas, y me ha puesto a pensar en los peores escenarios, tengo más miedo que nunca a faltarle a Elisa, o a que me falte alguien cercano por esta enfermedad... todo nos puede pasar, a todos.
Mi pánico inicial se ha ido desvaneciendo conforme he hablado con el pediatra y he compartido experiencias con otras mamás con el virus, todos coinciden en que los bebés son más resistentes y el contagio en ellos es más difícil, y los pocos bebés que sí se han contagiado, no han sufrido más que tos, fiebre o diarrea unos cuantos días, en ellos hay más esperanza.
Desde el primer momento y por indicación médica comencé a ponerme el cubre bocas cuando cargo o alimento a Elisa y lavarme más las manos, el pediatra me indicó no suspender la lactancia porque no transmite el virus, y creo que eso nos ha ayudado a ambas, a mí a tener síntomas leves, y a Elisa a no enfermarse, ella está como si nada. Otro punto para la lactancia.
Además de los síntomas que pueda representar, lo feo es tener que aislarte (más de lo que de por sí estaba), y tener miedo de contagiar a tus seres queridos, porque no sabemos cómo pueda pegarles a los demás, es triste que Elisa no pueda ver a su papá, lo extrañamos, tanto como extraño sentir el olor de mi bebé, poder darle besitos y que no me vea raro cuando me pongo el cubre bocas.
Pensé que no me iba a tocar, hice de todo por evitarlo, y me tocó. Pero creo que no ayuda lamentarse ni enojarse, ni pensar en quién o cómo me contagió, sino ahora tomar las medidas para no seguirlo esparciendo y estar bien, debido a la lactancia no puedo tomar medicamentos, por lo que estoy probando el famoso té de limón con canela antes de que pueda presentarse algún síntoma al respirar.
Lo que estoy aprendiendo con todo esto, es que somos muy vulnerables y que no hay exageración que no valga la pena tomar, estoy inmensamente agradecida por la poca gravedad de mi condición, esperando que nadie más cercano a mi presente los síntomas, sobre todo mi Elisa, para poder apapacharla como se debe muy pronto. Cuídense mucho y hay que pensar positivo, extremar las medidas más que nunca, para que pronto podamos dar vuelta a la página.
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