La aventura de ser mamá: Las primeras palabras
Tuxtla.- Desde hace varios meses, Elisa hacía sus intentos por darse a entender: hacía como pollito cuando tenía hambre (por eso le digo pollito), se talla los ojos y orejas cuando tiene sueño, y recientemente comenzó a señalar las cosas, cada vez es más sencillo.
Y aunque también ya balbuceaba algunas cosas, cada vez su lenguaje es más claro, incluye más sílabas y tiene más sentido, por lo que creemos que no le falta mucho para soltarse a hablar, como yo o como su papá, que hablamos bien chiquitos.
Ya me despierta con su grito de “mamamamama”, a su papá también le grita (papaaaaaaaaaa), a sus abuelas les dice “abu”, a mi papá “abue” (también cuando ve fotos de mi suegro o mi abuelito les dice abue), ya le dijo “tiiii” a mi cuñada, a Mika le dice “ca”, pero las ganonas han sido Nala (la perrita de mi hermana) y Ana (mi prima), a ellas sí les dice bien y clarito su nombre.
También dice agua y aire, sabe decir no meneando la cabeza, aplaude, grita y puja cuando quiere algo, dice “am am” cuando le pregunto si quiere comer, se pellizca el brazo cuando le hicieron algo, o cuando ella le hizo algo a alguien, muestra un dedo cuando le preguntan cuántos años va a cumplir. Y todo es maravilloso.
Estas señas tempranas de lenguaje nos emocionan muchísimo, nos dicen que está muy despierta y adelantada para su edad, porque hay niños más grandes que ni eso dicen, y ella hasta hace el intento por imitar algunas palabras que le decimos, cada vez con más atino.
Nos tiene asombrados y boquiabiertos, no sabemos si está muy avanzada o muy atrasada para su edad, para nosotros es un gran logro estar cada vez más cerca de comunicarnos con ella y saber qué piensa, nos fascina su vocecita inocente, ya sea que susurre, grite o puje, porque también imita las carcajadas.
He seguido algunos blogs y páginas de maternidad, y también he intentado enseñarle algunas señas (más, agua, ya no quiero, carro) porque dicen que ayuda a estimular una parte del cerebro muy relacionada con el habla, y también le canto y le leo en inglés, para que vaya familiarizándose con el lenguaje.
No quiero que sea una niña superdotada (aunque si lo es, también será apoyada), pero trato de incorporar a la crianza dos o tres cosas que he leído y visto, quizá me falta constancia para hacerlo un hábito, pero quiero darle todas las herramientas que pueda para que se desarrolle y no se rezague.
Todos le hablamos todo el tiempo, desde que está chiquita, y cada vez lo hacemos con mayor vocabulario, aprende muy rápido, con una vez que se le muestre algo basta para que se le quede, por eso creo que va a hablar rápido; todo el día se la pasa balbuceando y gritando, y su voz es como música para mis oídos.
Mi niña ya va a cumplir un año... en menos de un mes, estaremos agradeciendo su existencia, sus ojitos chiquitos, sus cuatro dientes cada vez más grandes, sus rollitos en las piernas, su sonrisa pícara, sus dos colitas de pelo lacio, y sus palabras tan precisas e inocentes, cada vez más claras.
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