La aventura de ser mamá: Mi mejor compañía
Cuatro años han pasado desde que me convertí en mamá por primera vez… todavía las veo dormidas y me sorprendo de lo grandes que están, las veo abarcar cada vez más espacio en la cama, y me pregunto cuántos centímetros crecerán por noche, cuánto faltará para que les quede chica la cama, si se van a dormir recordando un día divertido o los regaños, si me quieren o me seguirán queriendo…
Todo eso y más pasa por la mente de una mamá, y se multiplica por dos en mi caso, sobre todo cuando una de las dos (o próximamente ambas) está de vacaciones y me invade la culpa… de que se aburre en casa, de que no la metí a ningún curso de verano, de que está comiendo menos verduras y viendo más videos, pero luego recuerdo que es una niña, que está de vacaciones y que yo no, que no la estoy dejando por irme a divertir sin ella, y que cuando regreso a casa trato de compensar el tiempo perdido y prestarle más atención.
¿Alguno de ustedes también ha notado que el humor de sus hijos cambia en vacaciones? En mi caso Elisa está más hiperactiva, llorona, y sobre todo rebelde y desobediente, quiero pensar que al tener tanto tiempo libre, se aburre y se sobre estimula, que le hace falta la rutina y la actividad de la escuela, socializar con sus amigos, o quizá al ver que en las mañanas nos vamos los tres, es decir, Reno a la escuela y nosotros dos a trabajar, se siente excluida, quizá es normal y eso pasa en las casas donde solo los hijos tienen vacaciones y no pueden disfrutarlas con los papás.
Tomando todo el contexto en cuenta, he tratado de entenderla y pasar tiempo de calidad con ella al volver a casa, o cuando puedo, me acompaña a la oficina para redactar mis notas y después ir por su hermana, total, que las vacaciones ya se están acabando y en un par de semanas más, ya estará de vuelta a la escuela, acompañada de su hermana, mis dos niñas de kinder.
A veces una se siente culpable por darles tanto tiempo videos… o por no llevarlas a la playa o a pasear a otro lugar… pero no siempre se puede, quizá no lo entienden ahora pero tampoco lo piden, para ellas es lo máximo jugar a las luchitas o a las muñecas, ellas no entienden si uno está muy cansado o abrumado, ellas necesitan a sus papás presentes… para compensar todas esas veces que tenemos que valernos de la tecnología o de los dulces para que nos dejen seguir trabajando o descansar cinco minutos, y está bien.
Escribo esto mientras las niñas ven Bluey, que se ha convertido en una de nuestras caricaturas favoritas -nuestras, porque a los adultos también nos de lecciones muy valiosas, y está lindísima-, justo en el capítulo Carrera de Bebés, donde Bella, la mamá de Coco, le dice a Chilli: lo haces genial. Creo que todas deberíamos ver ese capítulo, soltar la lagrimita y creer que lo estamos haciendo lo mejor que podemos.
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