La aventura de ser mamá: tres meses con Elisa
Tuxtla.- En el embarazo como en los primeros meses de vida, considero que los primeros tres meses son los más difíciles, y gracias a Dios esa “prueba de fuego” ha sido superada: Elisa acaba de cumplir tres meses sana, enorme y feliz.
Mi embarazo fue muy bonito y tranquilo, como ustedes podrán recordar, por lo que fue un indicio de que todo saldría bien y sin complicaciones, y así fue; pero como mamá primeriza, tenía mucho temor al principio de que todo marchara bien.
Cuando me enteré de que estaba embarazada, tenía apenas 3-4 semanas, de hecho, ya va a hacer un año de haberme embarazado, pero eso se los contaré en su momento. La primera persona en saberlo fue mi hermana, porque a Rodrigo quería decírselo en persona y en ese momento estaba trabajando, así que tuve que esperar unas horas.
En cuanto los dos lo supimos, lloramos y yo pensé: ¿y ahora qué sigue? Moría por contárselo a mi mamá pero quería esperar a los primeros tres meses, porque luego no se logran o es muy común tener pérdidas... pero la verdad no pude esperar y se lo dije al día siguiente.
Por más que quisimos esperar para dar a conocer la noticia, en cuestión de una semana ya lo sabían nuestros amigos y familiares más allegados, nos ganó la emoción, aunque yo no quería echarlo a perder o arruinarlo por contar nuestro acontecimiento con tan pocas semanas.
Los primeros tres meses fueron los más difíciles, no tanto por los síntomas, sino por los cuidados extremos que tomé, por la incertidumbre de que todo saliera bien, por el temor cada vez que iba al baño de que lo fuera a perder ahí, suena absurdo pero creo que es normal en toda mamá primeriza, esto empeoró cuando tuve un pequeño sangrado, pero gracias a Dios con unas inyecciones y pastillas todo se regularizó y el embarazo marchó a pedir de boca.
Con los tres primeros meses de vida pasa lo mismo: el primer mes es el caos total, sin horarios regulados, con un bebé pequeñito que no quieres ni cargar porque te da miedo lastimarlo, un bebé que duerme todo el tiempo y no sabes si es normal, pero en general así pasa los tres primeros meses, es un proceso de prueba y error.
Si me comparo con la Ale mamá de la primera semana después del parto, no creería el avance que he tenido, no crean que soy una experta, mi logro más grande es conocer a mi hija y que me sonría cuando me ve, saber que su llanto es por sueño o por hambre, saber exactamente el momento en el que hace del baño, identificar sus señales de sueño, y sobre todo reconfortarla en mis brazos cuando llora o cuando duerme.
Veo a una bebé tan pequeñita, pero a la vez con rasgos de niña grande (así la veo yo), y me pregunto si querrá ser doctora, cantante, astronauta, si le gustará el rock o el pop, si le gustará la comida tanto como a nosotros, que quiero adelantar el tiempo para averiguarlo, aunque a la vez quisiera detenerlo.
Detener el reloj en este momento, en que la tengo en mis brazos durmiendo mientras les escribo estas líneas, ver su carita de paz y relajación, su boquita medio abierta, los ojitos cerrados pero relajados, los brazos descansando y su mano agarrada a la mía, recordar cómo abraza mi mano al dormir y la retiene para que no la suelte, me dan ganas de nunca hacerlo.
Mi mamá dice que los primeros tres meses son los más difíciles, pero afortunadamente con Elisa nada ha sido difícil, no sabemos lo que es un llanto de fiebre o de dolor (a excepción de las vacunas), ni lo que es no pegar el ojo en toda la noche porque ella no nos dejó dormir, es una niña fácil de complacer: hazle compañía, hazle caso cuando está “platicando” contigo, ponle atención y paséala, no quiere otra cosa más que sentirse mimada, y vaya que le sobran los abrazos.
Ya tres meses de ser una familia, pero sobre todo de ser el binomio mamá-hija, Alejandra-Elisa, un vínculo que se siente tan natural y tan sorprendente, que agradezco a Dios por mandarme a Elisa como hija, y le agradezco a ella por elegirme para ser su mamá.
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