La Columna: No era necesario
Que Alejandro Irarragorri haya salido al frente para dar cara y responder sobre la decisión de colocar a Diego Cocca al frente de la Selección Nacional, buscando que la culpa se reparte, es innecesario porque de nuevo es como si buscara engañar a quienes tienen la foto completa. En México, en el futbol mexicano, hay lucha de poderes por el control de lo que significa trascender los planos deportivos y alcanzar objetivos de otro tipo. También es poder y de eso ya se han escrito varios capítulos con el dirigente en cuestión, metido por completo.
Que Orlegui quiere demostrar que su modelo es efectivo y que busca contar con la venia de la mayoría, va por buen camino.
Está por ejemplo el caso contra Fidel Kury, que termina comenzando con la cabeza visible de Grupo Orlegui señalando irregularidades y a partir de ahí, una serie de situaciones en las que era más sencillo conflictuar y deshacerse de un dirigente que no les parecía a modo.
No es que Kury sea una blanca paloma, pero no resulta manejable al antojo de ciertos intereses y después de un tiempo en la cárcel, el veracruzano está listo para ponerse los guantes y subir al cuadrilátero, el problema es que si rival ya es más fuerte está mejor posesionado y quizá la única forma de sentarse en la misma mesa, será supeditarse a los designios de Orlegui. Eso está cantadísimo.
Después, hay varios temas de donde salen vertientes que exhiben conflicto. Situaciones en las que se han impuesto con autoridad los intereses, como el tema de erradicar el descenso como medida de protección para quienes están invirtiendo su dinero en la Liga MX; es decir, de poco importan los proyectos deportivos, porque como en federación, lo prioritario debe ser el dinero y nadie va a permitir que el compañero de a lado pierda, aunque deportivamente no funcione (léase caso Querétaro), pensando en que también significan votos en determinada situación.
Lo de Cocca y la Selección es eso, la necesidad de encontrar, de nuevo, la forma de establecer el poder, de conseguir aliados, de someter al “rival”, aunque en lo deportivo el rival vaya caminando mejor, con dos títulos en los últimos años, sin necesidad de introducir a los “jueces” o a la estructura a favor (al menos no ahora), y eso es quizá lo que ha provocado la ira de los nuevos dirigentes del futbol mexicano.
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