La Columna: No nos damos cuenta
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Gerardo Martino asumió totalmente la responsabilidad del por mundial en las últimas ocho ediciones y claro, lo que respecta a la cancha, no hay manera de pensar en otra cosa, en otro problema. El argentino pudo no haber decidido del todo, pero sí, aceptó todo y a partir de ahí, le va a corresponder cargar con este fracaso.
Pero no es el único y como en cada mundial, después de la eliminación comienzan los análisis y los detalles para reconocer lo que debe componerse. Todo apunta a que, en la federación cumplieron su misión, que es poner a México en el mundial y lo que suceda ahí, no importa mucho.
Los que más sufren son los aficionados, los que a lo lejos saben que no hay mucha esperanza en cada mundial, pero que sueñan con que pase algo diferente cada vez que la pelota comienza a rodar. El pesimismo que traen los malos resultados, se transforma en una ilusión que no tiene bases sólidas.
La selección nacional de futbol es el fiel reflejo de la dinámica social en nuestro país, con futbolistas muchos, talentosos y que aparecen desde el extracto humilde, que después no saben cómo interactuar desde un sitio diferente, cambia la práctica que lo llevó hasta donde está y se vuelve individualista.
Se acabó la euforia nacionalista, se acabó el “sí se puede” y se consolidó algo que se va a llamar fracaso, pero que bien podría encarnar en “crónica de una muerte anunciada”. A México no le va a costar renovar su ilusión, le va a costar solucionar problemas de fondo en el futbol de nuestro país, que se suman torneo a torneo y que son el instrumento que desentonan en una orquesta que se anuncia mucho, pero no está lista para los grandes escenarios.
En Qatar nos abandonó hasta la suerte, aquella que nos acompañó en Rusia y en otros mundiales que hoy se dimensionan porque se ha fracasado, pero la realidad es que regresamos a casa más temprano que de costumbre y no va a pasar nada.
Ahora, falta esperar si no pasa que un día no llegamos ni al Mundial y quizá ahí, cuando impacte en lo económico, se pueda entender que vivimos con las cosas invertidas en el futbol mexicano, pateando cada vez más a una moribunda gallina de los huevos de oro.
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