La Columna: No todo es tan negativo
Todos entendemos que en instituciones educativas y sociales, de gobierno o públicas, existen prioridades, necesidades evidentes y retrasos en rubros en los que no debería existir, pero si analizan a detalle, no se trata únicamente de un solo tópico, es un mal generalizad en todos los rubros de nuestra sociedad.
La muestra principal de cómo solemos comportarnos como ciudadanos de este bello país, es la pasada edición del Maratón de la CDMX, un evento que tiene un estatus importante dentro del atletismo mundial, en el que usted, amable lector que es corredor, si alguna vez quiere probar suerte en algún maratón de los denominados “gold” alrededor del mundo, debe dar la marca en uno plata, con lo que puede viajar a Boston, a Londres o a Berlín y “probarse”
Pero el Maratón de la CDMX sirve también para “probarse” y que unos 11 mil corredores vayan a ser sancionados por hacer trampa, no hará más que evidenciar cómo solemos comportarnos como un general. La mal adoptada ideología de “el que no tranza no avanza” está más que comprobada en el deporte y sus participantes. Lo que sea para que se pueda presumir de haber realizado un maratón.
No se puede negar que hay gente que entrena todos los días, que se fija un objetivo y trabaja para alcanzarlo, algunos otros se refugian en un entrenador para explorar su máximo rendimiento y quizá alguno más ha conseguido, desde cero, completar la extenuante prueba de más de 42 km; sin embargo, más de 10 mil decidieron que aparentar es mejor que sentir satisfacción y encontraron la forma de hacer trampa.
Todo nos hace recordar cuando un político, ahora ya en otros rubros, fue al maratón de Berlín, subió fotos y presumió de haber finalizado la prueba, pero las autoridades de aquella justa decidieron informar que no había sido así, señalaron el kilómetro en el que dejó de correr y moverse en coche, hasta donde retomó la ruta para “terminar”
Es también una nueva tentación de las redes sociales, encontrar la forma de aparentar y lograr situaciones para las que no estamos listos, pero en la “competencia” de la popularidad, ya no hay límites y todo ha quedado en evidencia.
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