La Columna: Restan muchas cosas
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Solamente dos sobreviven, dos conjuntos están listos y en ambos casos los dos han demostrado ser los de mejores argumentos para llegar a la instancia definitiva. Uno de los dos llevará la tercera copa del mundo a la vitrina y el otro se quedará a la expectativa cuatro años. Argentina y Francia, Francia y Argentina. Dicen que el orden de los factores no altera el producto, pero en el fútbol importan todos los detalles.
Es por eso que no dejan nada sin referirlo a la suerte, porque antes de poner a rodar el balón, se sortea en qué lado de la cancha hay que comenzar a jugar, quién será el encargado de poner a rodar el balón y para la mayoría, comenzar ganando ese “volado” es indicativo de arrancar con “fortuna”, después hay que hacer algo más que el rival y en ese esfuerzo, cuenta hasta si el césped está parejo, si el botín del delantero está en perfecto estado o si al portero le contaron las historias de los yerros que han inclinado la balanza y en su cabeza únicamente está la posibilidad de ser parte de esa lista. En la final del mundial hay tanto en juego que desde el sillón obviamos todas las posibilidades.
Hay quien se ha refugiado en el big data, la serie de datos tecnológicos donde la ciencia se ha entrometido para buscar vías que permitan tener una estrategia más apegada a las tendencias del rival y las propias. Números que pueden ser de mucha utilidad, pero que tienen poca influencia si no consideras al árbitro, aunque existe el VAR, hay situaciones en las que no ha sido más que testigo de fallos mínimos, imperceptibles, que terminan en una jugada de gol. Eso es difícil medir y sucede con frecuencia.
Debe ser un infierno para un entrenador que analizó todos los detalles posibles y que tenía alternativas para todo, que su partido tenga una circunstancia en la que suceda lo inesperado: un resbalón que propicie un gol, un rebote que vaya a la mano y sea penal, un tiro al poste que termine golpeando la espalda del portero y se vaya al fondo de la portería. Una jugada que, de manera no intencionada, termine con la expulsión de un jugador o una provocación que haga reaccionar a la figura.
Puede que en 90 minutos pase todo lo que no planeaste y te toque ver cómo el rival parece haber establecido esa estrategia, como puedes encontrarte con la diosa fortuna de tu lado y que todo se apegue a tu plan.
El fútbol es así, en el fútbol no hay secretos y si existen un sinfín de factores que terminan inclinando la balanza y en Qatar, el próximo domingo conoceremos los designios de este deporte para ver quién de los dls finalistas puede escribir más historia.
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