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Annete Lewis

La Columna: Sin secretos en la cancha


Muchas de las intenciones para que un jugador o algunos, pueda comenzar a caerse de la venia de su afición, es cuando alguien filtra información que se tergiversa, que se va amoldando a la necesidad de la dirigencia y provocando que sea alguien más quien sirva como argumento para tomar decisiones; nunca ha sido sencillo, pero es algo que va sucediendo cada vez más.

Hay casos como el de Uriel Antuna, a quien su futbol no le respaldó en su momento y cuando comenzó a ser el objeto de la afición, el jugador terminó optando por aceptar cualquier oferta y salir de Chivas. El nivel futbolístico y las quejas de la afición se han trasladado a la Selección Nacional porque el jugador no supo poner el talento a su propio servicio, primero, y después para el equipo.

Aún en Cruz Azul, Antuna sigue dando tumbos, exhibiendo carencias y cada vez más situaciones en las que la afición sigue señalando y al jugador no le queda más que callar, apuntar a la afición de Chivas.

Ahora, las miras están puestas en Alexis Vega, el jugador ha demostrado ya su valor, viene de superar una lesión y tiene diferencias con su entrenador, desde la final del torneo pasado; sin embargo, de alguna manera se van a comenzar a filtrar cosas que suelen pasar siempre, que son frecuentes, pero que justo hoy sirven para un objetivo en específico, poner en el jugador la presión de una afición que sigue siendo objeto de manipulación. Jamás algún directivo apuntará a un directivo, pero apuntar a un jugador es muy sencillo y vuelve a suceder.

“Pocho” Guzmán tuvo que salir a desmentir que agredió a su entrenador propiciando una herida arriba de la ceja que tuvo que ser suturada. El jugador sabe que el momento no está para prestarse a perspicacias y salir a dar su versión puede confirmar que pasó algo, pero que no se sabrá del todo; después, el entrenador sabe que alguien puede ayudarle, pero que seguirá bajo la mira sin resultados y dando tumbos.

Paunovic se equivocó en la final, entregó el título y sacrificó a jugadores que no aceptan las decisiones que condujeron al equipo a perder un título que parecían tener en las manos, con dos goles de ventaja y 45 minutos por jugar. Era evidente que Siboldi se irían con nada que perder, ya estaba en la lona y esperaba que un tiro perdido lo salvara y el tiro perdido fue el estratega serbio, que entregó la iniciativa, se expuso a un error que revivió al rival y a un equipo con un plantel superior, que terminó arrebatándole el título y eso, varios jugadores, no le perdonan.

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