La Columna: Una dualidad relativa
A veces es demasiado revelador del futbol mexicano, reconocer la forma en la que algunos personajes de los medios, principalmente ex jugadores o entrenadores desempleados, tienen demasiada facilidad para emitir juicios sobre temas en los que, desde fuera, pueden tener una objetividad bastante crítica; sin embargo, las veces en las que han tenido la oportunidad de estar dentro del futbol, los números los desnudan.
El tema más difícil no es el futbol de cancha, eso ya se obvia un poco porque, por ejemplo, respetar el “parado táctico” sustituyendo a jugadores en la misma posición, sin “moverle” el equipo, ya no es tan relevante, a la gente no le importa tanto, según la gente que hace televisión y es un hecho que la instrucción es “pegarle” al entrenador en turno, dependiendo los intereses.
Que si se habla de imposición de jugadores, que si dejan que algún dirigente le “meta mano” a la convocatoria o temas de ese tipo, han resultado en una gravedad en el puesto, que le quita jerarquía al encargado del equipo nacional, pero cuando a Ricardo LaVolpe se le ocurrió argumentar que, por sistema de juego, prescindía de Cuauhtémoc Blanco, no existió un solo personaje que levantara la voz.
Luego entonces, si el entrenador toma decisiones, se equivoca y si deja que a su equipo le metan mano, se equivoca, ¿cuál será pues la medida para que los futbolistas o entrenadores mediáticos puedan estar contentos?
Cuando alguien disfraza una mala crítica como “es mi opinión”, pues justo en ese momento, cuando su opinión es vertida en algún espacio, abre la ventaja para ejercer una retroalimentación que no acepta, aunque desde sus palabras espera que se le compare de inmediato con el personaje señalado.
Jaime Lozano tomó la Selección Nacional pensando que podía existir una pequeña ventana en la que, por consideración, se hablara de un proceso, tanto para el equipo como para su entrenador; sin embargo, es un hecho que los medios también consumen entrenadores y desde muchos puntos de vista, diversos pero encaminados a intereses, han conseguido una dualidad que ya nadie entiende.
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