La Columna: Una maldición eterna
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Los penales, para muchos la oportunidad perfecta de demostrar temple, valor y coraje; para otros, el infierno inimaginable que puede condenar a un jugador para toda la vida si no consigue vencer a un portero que engrandece su figura, que parece cubrir toda la portería cuando hay que patear y al final, también puede victimizarlo o convertirlo en héroe.
Es algo que se estudia y tiene su grado de dificultas. Hay especialistas que han encontrado una fórmula que, basta con observar instantes previos al cobro para saber a donde hay que dirigir la pelota, sin necesidad de romper el marco sobrados de potencia.
También el portero ha encontrado la forma de evadir el engaño y hacer del tirador una presa. Movimientos anticipados para hacer creer al tirador que se saldrá con la suya y hacer lo contrario para llegar al encuentro con la pelota. Es más factible que un portero sea engañado a que un tirador se frustre por ver su disparo detenido, al menos así lo dictan las estadísticas.
El croata Livakovic se sintió muy cómodo enfrentando japoneses desde el manchón y qué decir del marroquí Bono ante España, no permitió una sola anotación en la tanda de desempate. En ambos casos, todos señalan al héroe bajo los tres postes y nadie hace más que hablar de lo mal ejecutados que fueron los penales, de las circunstancias que elevaron la presión al mil para quien asume la responsabilidad en un desempate, en una copa del mundo.
No hay manera de errar un penal si se domina una técnica de ejecución. Habrá quien prefiera cobrar con perfil natural o cruzar el disparo, siempre buscando que el balón pase pegado al poste en cuestión. Los hay más osados, que buscan un sitio inalcanzable para evidenciar que el portero no es tan grande como parece y otros valientes que juegan a lo inesperado, para engañar al portero. Ejecutar un penal se ha convertido en un arte que encuentra preferencia por el factor sorpresa y eso es en ambos casos.
Hakimi de Marruecos, unió su nombre a un selecto grupo de atrevidos que no han demostrado pesar para irrumpir desde el manchón la historia de este deporte, en el otro costado, Soler, Sarabia y hasta Busquets, no pudieron a la hora bueno, ejecutar un disparo que luce sencillo, pero se convierte en lo más complicado si se considera el escenario en el que habrá de ejecutarse.
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