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ALEJANDRA OROZCO

Marichuy, enfermera, artesana y emprendedora

Tuxtla.- María de Jesús Ovando Martínez, Marichuy para los cuates, es una mujer que no ha perdido el tiempo, pues toda su vida se la ha pasado emprendiendo y trabajando duro para cumplir todos sus sueños: hoy, su marca de ropa pintada a mano ya está disponible hasta en Amazon, por lo que para ella no hay límites.


Originaria de Tonalá, como su papá, su mamá es de Oaxaca, pero desde los 16 años vino a Tuxtla a estudiar enfermería, en su familia son siete hermanos pero no de sangre, ya que un ángel tuvo el valor de adoptarlos a todos: doña Sara Avendaño, su mamá desde que tiene tres años, quien también adoptó a tres hermanas de papá y mamá, mientras que los demás son de diferentes familias, incluyendo una niña de la calle.



“A todos nos dio estudios y nos inculcó a trabajar con honestidad y darnos a respetar, nos enseñó que ante Dios solamente de rodillas para que nadie nos quisiera ofender ni humillar, a mí no se me daba el estudio, pero siempre me incliné por las manualidades, nos inscribió a un colegio de monjas y ahí aprendí, por eso yo quería ser religiosa, sin embargo un amigo médico me dijo que me diera una oportunidad y me inscribió mi mamá a enfermería”, recuerda.

Incluso, nos cuenta que se desmayaba con ver sangre, pero bendito Dios terminó, y no solo eso sino que tiene una maestría en salud pública y un sinfín de cursos, 65 en total para ser exactos, desde vitral industrial con careta, soplete y plomo, hasta vitral artístico para vasos, espejos, migajón; todo eso lo trabajó y agradece a quienes la apoyaron en Tuxtla, porque no tenía cómo pagar esos cursos, a veces incluso se ponía a embolsar cuentitas con tal de verlos y así ahorró y empezó a tejer con pedrería.


“De niña me gustaba ir a trabajar, me agitaba si lavaba, no me gusta hacer el quehacer, a mis hermanas les tocaban otras actividades y yo les pagaba para que hicieran lo mío, me iba a pelar camarón a una empacadora y tenía mucha habilidad, vi que había mucha gente y empecé a llevar manjar para vender, en el metate de mi abuelita molía azúcar y canela, llevaba un día eso, otro día marquesote, otro día tortaditas de queso, y seguía trabajando, con eso le compraba ropa, chanclas, mochila a mis hermanitas”, señaló.

De por sí estaba acostumbrada a trabajar en el turno nocturno para poder cuidar a su bebé, además de día hacia ramos, arreglos y sus compañeros los veían, también vendía ropa de mezclilla, alhajas, se ganaba muy bien en ese tiempo, sin embargo no hay dinero que alcance, ella veía familias con dos o tres hijos, en escuela privada, la comida, entonces quería ahorrar para que si tenía un hijo estudiara en el Tec de Monterrey, y que tuviera su papá, por lo que ellos pasaron, ya que no los invitaban a las fiestas; veía los carros y pensaba si iba a poder comprarse uno pero se le hacía imposible.

“Poco a poco fui trabajando y gracias a Dios tengo una casita a una cuadra del parque de la marimba para poner mi negocio, soñaba con tenerlo por ahí, hace 17 años me jubilo y me dedico de lleno a dar clases, llegaba mucha gente, contraté dos maestras y dejó de ser negocio, como estudié corte y confección y fue más emocionante esa graduación porque diseñé, fue que empecé a dedicarme a esto”, nos comparte.

Marichuy tiene dos hijos, una de 35 y uno de 40, ambos fisioterapeutas que trabajan juntos, a su hija le gusta pintar y lo hace muy bien pero no era su fuerte, pero ahí fueron incursionando, luego vino Marca Chiapas y así nace Decoraciones Farina, también es socia fundadora de Amexme, a donde se inscribió porque recién llegó a Tuxtla y le ha servido mucho, todo lo que ha aprendido la ha llevado a obtener lo que posee.

“Estar en una asociación nos ayuda a dar a conocer lo que sabemos hacer, hay que pagar pero vale la pena porque ahí das a conocer tu producto, por ejemplo me tocó conocer a la presidenta mundial de Mujeres Empresarias que era de Camerún y se quedó impresionada con mi stand, me quería llevar a dar cursos allá, pero no pude por el trámite de una casa, ella tenía 100 concesiones de taxi, cinco o seis hoteles y todo porque se rebeló, ella lavaba pisos de rodillas, pero decidió dejó a su pareja y se puso a trabajar, en esos eventos premian a la mejor empresaria del año y uno aprende cómo han salido adelante y te inspira a no tener miedo, si no lo hago no puedo saber si me va a ir bien o mal”, compartió.

Ahora, está próxima a grabar sus cursos, está dada de alta en Canacintra, y está a favor de la inclusión pues en el taller tenía a cuatro señoritas con problemas auditivos que resultaron excelentes trabajadoras; primero lo quería cerrar porque otras con las que empezó le estaban robando, pero en el Dif consiguió a sus chicas y ahora llevan 17 años trabajando juntas, no tiene más que respeto por ellas porque lo hacen hasta mejor que ella, por eso considera que hay que darles la oportunidad, también tiene dos chicas indígenas que llevan 25 años con ellas y saben de todo.


En la parte financiera, los créditos pyme los ayudaron mucho por ser una tasa baja, con eso se iba a vender y venía a pagar, luego ya no fueron incluidos en esos programas, pero había otras empresas que prestan dinero aunque con más porcentaje, pero ya no le da miedo invertir.

El próximo mes, quiere invitar a las mujeres a que se unan a su grupo de mujeres exitosas, para que desde su hogar hagan su propio negocio a través de un taller, maneja paquetes desde 70 pesos con todo y material para personas de escasos recursos, quienes pueden continuar con el negocio en casa.

Decoraciones Farina ya vendió su primer producto a través de Amazon gracias a Marca Chiapas, se ubican en la segunda norte poniente 922, a una cuadra del parque de la marimba, y son el ejemplo ideal de qué tan lejos puede llegar una mujer cuando se lo propone.

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