Mignolet mantiene al Atlético en el alambre
Madrid.- Hasta 18 tiros, nueve entre los tres palos, propuso el Atlético de Madrid en su frustrante noche ofensiva contra el Brujas, al que mereció ganar de sobra, con el que contabilizó un puñado de ocasiones más que claras y con el que empató a cero por la insuperable actuación del portero Simon Mignolet, que paró todo, contuvo la ambición rojiblanca y clasificó a su equipo para los octavos de la Liga de Campeones.
La primera posición es una quimera para el conjunto madrileño, que no ha marcado ningún tanto en sus tres compromisos más recientes de la máxima competición europea; la segunda está más que en duda, en la pelea que sostiene con el Bayer Leverkusen y el Oporto. Dos victorias contra ellos es la única vía hacia los octavos de final para el grupo de Diego Simeone, que bordea el precipicio. Son sólo cuatro puntos de los doce posibles.
Este miércoles mereció los tres, con una versión mucho más acorde a sí mismo, nada que ver con el decepcionante duelo de hace una semana. No hay ninguna explicación más allá de la actitud, el miedo y la especulación del cambio que experimentó el Atlético del golpetazo ruidoso que se dio hace una semana en el estadio Jan Breydel con su reencuentro de este miércoles contra el Brujas; el mismo rival que lo desfiguró hace ocho días y el mismo adversario al que arrinconó por momentos en la revancha, cuando su mutación puso aún más evidencia el despropósito anterior. No le dio para ganar. Por Mignolet.
Irreconocible, contemplativo, inexpresivo entonces; vertical, potente, agresivo y ambicioso, este miércoles, sobre todo en base a un mecanismo que delata el plan: la presión. Inexistente en Brujas, ni siquiera en el medio del campo, en el Metropolitano fue el poder sobre el que sustentó su dominio, opresivo por tramos, con el que le dio la bienvenida al equipo belga, que es lo que es, por mucho que el Atlético lo hiciera mejor hace una semana.
Ni una sola similitud. Queda la duda de qué habría pasado en el duelo en terreno belga de haber surgido el conjunto rojiblanco con el mismo aspecto que este miércoles.
El Atlético fue mejor que sí mismo en los últimos tiempos. Y es mucho mejor que el Brujas, al que, salvo un lapsus inicial, alguna carrera de Tajon Buchanan, el tormento de hace ocho días, lo sobrepasó metro a metro e instante a instante. Lo descubrió con todos sus defectos, con los desajustes defensivos sobre los que insistió el grupo de Diego Simeone, sin tino primero, en la secuencia más amplia y larga de ocasiones que enumeró en el Metropolitano en una primera parte desde hace tiempo, quizá desde que fue campeón, hace dos cursos.
La explicación de la falta contundencia con la que la plantilla y el cuerpo técnico justificaron públicamente su derrota hace una semana fue mucho más acorde al 0-0 de este miércoles que a aquel duelo. Este miércoles, con el empate, el Atlético sí conectó con las ocasiones, pero no con el gol, volcado sobre el campo contrario como no lo hacía desde hace tiempo, consciente del lío en el que se ha metido solo en la Liga de Campeones.
Ni Antoine Griezmann, cuya titularidad es la más indiscutible de todas desde que pactó definitivamente el traspaso desde el Barcelona; ni Correa, su compañero en la delantera (Morata, Joao Félix y Cunha fueron suplentes); ni Lemar, la novedad de la alineación junto a Kondogbia, trasladaron al marcador todo lo que reflejaba el juego, todas las oportunidades que acumuló en la primera parte y más allá y todo lo que sufrió el Brujas, sobrepasado.
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