Navidad en familia

Tuxtla.- Antes de iniciar, quiero desearles una feliz navidad, espero que estas fiestas las hayan pasado seguros, en compañía de los suyos y con armonía en casa a pesar de lo caótico de este año... esta es la última columna del año, y ha sido inevitable ver en retrospectiva.

¿Se acuerdan que el año pasado les compartí una de nuestras primeras fotos en familia? Rodrigo y yo junto a un árbol de navidad, y Elisa dentro de mi panza, es una de mis favoritas, pero no tenía ni idea que tenerla con nosotros multiplicaría al mil esa felicidad.

De por sí, el año pasado que fue nuestra primera navidad ya oficial como familia, solo nos reunimos con los primos de Rodrigo, no éramos más de 10 personas y por eso lo volvimos a hacer este año, con un integrante más.

Nos emocionaba mucho la idea de esta navidad, por lo que desde hace meses le pedí su outfit por internet, pusimos arbolito, le compramos su primer regalo... todo estaba listo, y por primera vez, no sabía ni qué iba a ponerme, ni me importó, ni me preocupé por eso... había cosas más importantes.

El menú de este año fue pavo teriyaki, puré de papa, ensalada de la creación de Rodrigo, fideos orientales, mostachón de frutos rojos y carajillos, en una noche bastante templada por el viento del nuevo frente frío, por lo que tuvimos a la gorda bien abrigada con sus mallas rojas, su falda navideña y su pañalero de “mi primera navidad”, con su moño a juego que nos costó mucho ponerle.

Elisa partió piñata con sus primas, estuvo de brazo en brazo, y hasta nos tomamos nuestras primeras fotos navideñas fuera del útero, una noche bastante tranquila, familiar y llena de amor y alegría que tanta falta han hecho durante todo este año.

Creo que los más emocionados por la llegada de Santa Claus éramos nosotros... obvio, ella aún no se da cuenta de esas cosas, pero moríamos por darle su regalo y verla emocionarse con el papel, porque a esta edad le llama más atención el ruido del papel o las bolsas que los juguetes en sí.

En cuanto nos despertó el 25, Rodrigo fue corriendo por su regalo y lo abrimos en cama, en pijama, la dejamos romper el papel -quitándole los pedazos que se quería comer- hasta llegar a su juguete y armarlo, es una cebra con botones, palancas y hoyitos que enciende luces y hace ruidos pero es 2 en 1, porque cuando comience a caminar se puede empujar como carrito o andadera de apoyo.

Le encantó su regalo... ese día la tuvimos en la cama jugándolo todo el tiempo, aplastando botones, haciendo girar las rueditas, parándose y agarrándose del manubrio, por lo que creemos que tendrá una buena vida útil, y logramos el cometido al ver la sonrisa en su rostro.

Ese no fue su único regalo: aunque se los dieron por adelantado, su abuela le pidió unos libros infantiles (de los cuales ya les contaré en otro post, pero que también fueron un éxito), su tía Sofi le regaló unos aros apilables, su tía María un peine (porque le encanta robarle el suyo a su abuela) y figuras armables, todo adecuado a su edad, ya que algo más ostentoso no sería bien aprovechado.

Leí por ahí la “regla de los cuatro regalos” para niños: algo que necesite, algo que quiera, algo que use y algo que lea, y creo que de una forma u otra, todos los regalos cumplieron su cometido, todavía está en la etapa en la que le llaman la atención las cosas simples y casi no pela los juguetes, pero los que tiene bastan para entretenerla y llamar su atención.

Fue una navidad bonita, tal como lo había soñado: juntos, en familia, cuidándonos, con la chispa de Elisa para alegrar la noche, un motivo más para agradecerle a Dios que, en medio de todo este caos, mi 2020 tuvo una gran bendición.