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VANESSA TRACONIS QUEVEDO

Porque “TODOS SOMOS REDSALUD INTERNACIONAL” y juntos abrazamos nuestra Misión 2025: Edifiquemos Comunidades y Municipios Saludables

​RedSalud Internacional nació en 2013 con la misión de garantizar salud y bienestar a quienes, debido a diversos factores, no pueden acceder a tratamientos médicos adecuados, oportunos y asequibles. Nos enfocamos en apoyar a aquellas personas que, enfrentando diariamente la difícil decisión entre comer o medicarse, quedan atrapadas en un ciclo de pobreza que les impide mejorar su calidad de vida. Esta realidad, marcada por la falta de recursos, limita la adherencia a los tratamientos médicos, agrava enfermedades existentes, fomenta el desarrollo de nuevas patologías y, en muchos casos, excluye a las personas del mercado laboral. Estas condiciones incrementan su dependencia del sistema público de salud, generando una mayor demanda de asistencia y contribuyendo al alto índice de pobreza multidimensional que afecta a diversos grupos poblacionales.


​A lo largo de nuestra trayectoria, y trabajando de la mano con entidades públicas y privadas, hemos identificado que un gran porcentaje de la población carece de los medios para cubrir sus necesidades médicas básicas. Este diagnóstico ha fortalecido nuestro compromiso con la investigación, la sensibilización y la implementación de estrategias conjuntas que permitan apoyar de manera efectiva a estos pacientes.

​Nuestro objetivo es claro: generar soluciones sostenibles y colaborativas que transformen vidas, fomenten el acceso equitativo a la salud integral y contribuyan a cerrar las brechas de desigualdad y exclusión social. En RedSalud Internacional creemos que la salud es un derecho fundamental, y trabajamos incansablemente para garantizar que este derecho sea una realidad para todos.

​“Toda persona tiene derecho a la protección de la salud.” Este principio fundamental resalta la importancia de la salud integral como pilar del bienestar individual y comunitario. Sin embargo, pese a los esfuerzos por construir un sistema de salud universal que garantice acceso y cobertura para todos, la realidad está lejos de cumplir con esta aspiración. Factores económicos, sociales y estructurales han convertido esta meta en un desafío cada vez más difícil de alcanzar. Como resultado, una parte significativa de la población permanece en condiciones de exclusión e inequidad, relegando la visión de UNA SOLA SALUD accesible y equitativa a un ideal futuro que, para muchos, se siente como una promesa incumplida.

​El compromiso intersectorial a todos los niveles es prioritario para garantizar el derecho a la salud. Iniciativas como el Movimiento de Ciudades y Comunidades Saludables de la OPS/OMS, el Programa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (CES) del BID, y publicaciones como “Ciudades inclusivas: ciudades saludables para todos”, reflejan el esfuerzo de organismos internacionales por promover entornos que favorezcan la salud y el bienestar de las comunidades.

​Un municipio saludable se define como aquel que trabaja activamente para mejorar las condiciones de vida de su población a través de espacios saludables y equidad en la salud. En estos municipios, autoridades, instituciones, organizaciones, empresas, sindicatos y la sociedad en general colaboran para mejorar las condiciones de vida y trabajo de la población, estableciendo una relación armoniosa con el medio ambiente y fomentar la solidaridad, cohesión social, democracia y la promoción de la salud integral. Este movimiento tiene sus raíces en el Informe Lalonde de Canadá (1974) y fue adaptado en la Carta de Toronto en 1984. En América Latina, la OPS impulsó los municipios saludables durante la Conferencia Internacional sobre Promoción de Salud y Equidad en Bogotá (1992). En México, este movimiento cobró fuerza con la creación de la Red Mexicana de Municipios por la Salud en 2003, que busca fomentar la colaboración intermunicipal para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Entre sus objetivos destacan reducir las inequidades en salud, fomentar políticas públicas saludables e impulsar la participación comunitaria y desarrollar capacidades locales. No obstante, estas propuestas enfrentan importantes desafíos. Las desigualdades en salud en México, influenciadas por factores socioeconómicos, geográficos, culturales y de género, siguen afectando el acceso, la calidad de los servicios y los resultados sanitarios. Además, los nuevos patrones epidemiológicos y demográficos exigen respuestas innovadoras y adaptadas, algo que aún está lejos de alcanzarse. Según el CONEVAL (2022), el 36% de los mexicanos viven en condiciones de pobreza multidimensional, una situación que profundiza la exclusión del acceso a servicios de salud de calidad. Esta realidad afecta especialmente a quienes padecen enfermedades crónicas y degenerativas, que representan más del 80% de la población, llevándolos a tomar decisiones extremas, como elegir entre alimentarse o medicarse. Esta difícil elección los coloca en una situación de pobreza farmacéutica, que agrava su estado de salud y perpetúa el ciclo de desigualdad. Ante este panorama, es urgente implementar medidas integrales que reduzcan estas disparidades, garantizando un acceso equitativo a medicamentos y servicios de salud esenciales para toda la población. Solo así podremos avanzar hacia un sistema de salud más justo e inclusivo.

​Lo anterior exige una respuesta inmediata, integral y efectiva. Es indispensable implementar medidas que reduzcan las disparidades en el acceso a servicios de salud de calidad, garantizando que todas las personas puedan disponer de atención médica y medicamentos esenciales para tratar enfermedades crónicas no transmisibles y/o degenerativas. Solo a través de un compromiso sólido y acciones concretas será posible garantizar el derecho a la salud y no dejar a nadie atrás.

​En este contexto, es crucial no perder de vista que la promoción de la salud debe abordarse de manera integral. Por ello, nuestra prioridad debe ser desarrollar cada iniciativa bajo el enfoque de «Una sola salud», un modelo integral y unificador que busca equilibrar y optimizar la salud de las personas, los animales y los ecosistemas. Este enfoque reconoce los estrechos vínculos e interdependencias entre estos campos y propone nuevos métodos para la vigilancia, prevención y control de enfermedades.

​La pandemia de COVID-19 evidenció la urgente necesidad de establecer un marco global que permita mejorar la vigilancia sanitaria mediante sistemas más holísticos, integrales y humanitarios. Las brechas en conocimientos, la falta de prevención, la falta de recursos de inversión y los enfoques limitados de «Una sola salud» fueron factores clave que amplificaron el impacto de la pandemia. Este modelo transformador busca abordar problemas actuales de salud pública que tienen el potencial de detonar futuras crisis, como son la resistencia a los antimicrobianos (RAM); las zoonosis; las enfermedades transmitidas por vectores y la inocuidad alimentaria, enfermedades de transmisión alimentaria y la salud ambiental.

​Según estimaciones del Banco Mundial (2022), los beneficios anuales de implementar «Una sola salud» en la comunidad global podrían superar los 37,000 millones de dólares, mientras que el gasto requerido en prevención representa menos del 10% de esos beneficios.

​La colaboración entre sectores y disciplinas es esencial para abordar los complejos desafíos de salud que enfrenta nuestra sociedad. Solo mediante esfuerzos conjuntos entre todos los sectores implicados será posible prevenir, detectar y responder a los nuevos retos de salud pública. Este enfoque colaborativo permitirá lograr resultados que ningún sector podría alcanzar por sí solo, garantizando así un futuro más saludable y equitativo para todos.

​En resumen, garantizar el derecho a la salud y reducir inequidades requiere no solo compromiso político y social, sino también un enfoque integral que aborde las complejas interacciones entre los factores humanos, animales y ambientales. Solo con un esfuerzo coordinado e innovador se logrará un cambio transformador hacia una salud global más equitativa y sostenible.

​Como cada año comenzamos con nuevas metas y objetivos en el marco de la salud integral en México. También renovamos nuestras expectativas, manteniendo siempre el espíritu de colaboración que nos caracteriza. Creemos firmemente que una cultura colaborativa entre personas de distintos sectores de la sociedad, que compartan responsabilidades y experiencias, es clave para responder a las necesidades actuales de nuestro país.

​A lo largo de estos años, hemos trabajado con la convicción de trazar un camino claro y firme en cada uno de nuestros proyectos:​

2022: “Las reglas del juego han cambiado. Ya no se trata de beneficiarios, sino de asociados”. Ese año nos enfocamos en transformar el enfoque asistencialista hacia un modelo de beneficio social, promoviendo la sostenibilidad para todos. Buscamos que las personas participaran activamente como asociadas, no solo como receptoras, generando mayor autonomía y compromiso colectivo.

2023: “Todo liderazgo inicia con una buena idea, un buen diagnóstico y una pequeña acción de colaboración”. Reconocimos que quienes creen que pueden cambiar positivamente el mundo son quienes realmente lo logran. Nos enfocamos en identificar y empoderar liderazgos locales con capacidad de transformar realidades, para detectar nichos de necesidad y ampliar nuestro impacto territorial.


2024: “Formar alianzas para lograr la cobertura sanitaria universal”. Aprendimos que contar con recursos no es suficiente si no se logra una cobertura geográfica amplia y equitativa. Por ello, nos dedicamos a fortalecer alianzas estratégicas que nos permitieran ampliar nuestra presencia territorial y garantizar que nadie se quede atrás.

2025: Buscamos y lograremos que juntos “Edifiquemos Comunidades y Ciudades Saludables”. Este año hemos llegado a un punto clave: la construcción de comunidades y ciudades saludables. Nuestra misión es fomentar la inclusión social a través de la mejora integral de la salud, promoviendo una cultura colaborativa entre actores de diferentes ámbitos de la sociedad, tanto públicos como privados. Queremos que estas alianzas sirvan para compartir responsabilidades y experiencias, asegurando que las soluciones respondan a las necesidades actuales de nuestro país.

​Estamos convencidos de que, trabajando juntos, podemos construir entornos donde todas las personas tengan acceso a oportunidades equitativas de bienestar, salud y desarrollo. Este 2025 es el momento de consolidar nuestro compromiso colectivo para edificar un México más saludable, sostenible y solidario.

​Sigamos tejiendo redes, porque mientras existan oportunidades para mejorar la salud y el bienestar de las familias en México, nuestro compromiso permanecerá inquebrantable. Quienes creen en su capacidad para transformar el mundo de manera positiva son los que realmente logran cambiar realidades. Porque “TODOS SOMOS REDSALUD INTERNACIONAL” y juntos abrazamos nuestra Misión 2025: Edifiquemos Comunidades y Municipios Saludables.

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