Prohibir viajar ya no sirve para detener la variante ómicron
Redacción Internacional.- Los países están volviendo a cerrar de golpe sus fronteras a causa del coronavirus (COVID-19). Desde que se descubrió la variante ómicron en el sur de África y reportada a la Organización Mundial de la Salud a finales de noviembre, más de 50 países han impuesto controles fronterizos. Se dirigen principalmente a Sudáfrica y Botswana, que notificaron los primeros casos, pero también a países vecinos de la región.
El objetivo es detener la propagación de ómicron, pero dichas prohibiciones son demasiado limitadas y llegan demasiado tarde. Omicron ahora se ha detectado en 24 países, incluidos EE. UU., Israel, Australia, Arabia Saudita, Hong Kong y muchos en Europa, incluido el Reino Unido. Fundamentalmente, algunos de estos casos son anteriores a que Sudáfrica hiciera sonar la alarma: ómicron ya estaba en los Países Bajos una semana antes, por ejemplo. Oliver Pybus, codirector del Programa de Genómica Pandémica de la Oxford Martin School, dijo a The Guardian que la evidencia sugiere que ómicron lleva en circulación desde finales de octubre.
¿La moraleja de la historia? Las prohibiciones generales de viaje no funcionan, afirma la OMS.
«Las prohibiciones generales de viaje no evitarán la propagación internacional y suponen una pesada carga para la vida y los medios de subsistencia. Además, pueden tener un impacto adverso en los esfuerzos de salud mundial durante una pandemia al desincentivar a los países a informar y compartir sus datos epidemiológicos y de secuenciación», dijo la organización en un comunicado el 1 de diciembre.
Las prohibiciones a corto plazo pueden ayudar a ganar tiempo si se imponen muy pronto, dando a los países de escasos recursos la oportunidad de implementar medidas de salud pública. Pero cuando el virus ya circula libremente en varios países, invariablemente es demasiado tarde para marcar la diferencia. El año pasado, los CDC admitieron que las prohibiciones de viaje impuestas por la Administración del anterior presidente, Donald Trump, durante las primeras etapas de la pandemia llegaron demasiado tarde para ser efectivas; en ese momento el virus ya estaba muy extendido en los EE. UU.
Un estudio de modelización publicado en Nature en enero de 2021 analizó el efecto de las prohibiciones de viajes internacionales sobre la pandemia y descubrió que, si bien ayudaron a reducir la incidencia de la propagación de la COVID-19 en las primeras etapas, pronto dejaron de tener un impacto importante, y los viajeros internacionales representaron una fracción muy pequeña de los nuevos casos de un país.
De hecho, prohibir viajar no resuelve el problema, simplemente lo pospone, afirma el epidemiólogo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) Raghib Ali. Hacer mejores pruebas es una medida mucho más eficaz. El investigador continua: «Necesitamos una respuesta equilibrada y proporcional. Eso significa que no hay prohibiciones de viaje, sino pruebas y cuarentena para las personas que vienen de países donde circula ómicron».
Las prohibiciones de viaje podrían tener otro efecto colateral negativo: cortar a Sudáfrica de los suministros científicos que necesita para realizar la vigilancia genómica que podría dilucidar el impacto de ómicron en entornos del mundo real. El bioinformático de la Universidad de KwaZulu-Natal en Durban (Sudáfrica) Tulio de Oliveira dijo a Nature: «Para la semana que viene, si nada cambia, nos quedaremos sin reactivos de secuenciación».
El mayor temor es que la forma en la que tratemos a los países del sur de África lleve a otros a concluir que quien detecte una nueva variante tal vez debería mantenerlo en secreto.
«Ven que otros son penalizados por detectar una nueva variante, y eso podría desanimarlos a compartir los datos que necesitamos. Esa no es una posibilidad teórica; es muy real», afirma Ali. Ómicron no será la última variante que nos preocupe. Cuando llegue la próxima, necesitamos que los países compartan lo que saben lo antes posible. Las prohibiciones generales de viaje ponen en peligro esa apertura.
«Imponer prohibiciones de viaje dirigidas a África ataca la solidaridad mundial», concluyó el director regional de la OMS para África, Matshidiso Moeti, en un comunicado la semana pasada.
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