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¡Que viva la Fiesta Grande, muchachos!

  • ALEJANDRA OROZCO
  • 20 ene 2023
  • 4 Min. de lectura

A muchas personas -incluyéndome-, nos emociona la llegada de la navidad o Año Nuevo… dicen por ahí, que para los chiapacorceños la verdadera fiesta, la fecha más importante del año, es su feria de enero, para ellos es precisamente este mes el más esperado, tanto así, que en la ciudad se suspenden las clases, incluso algunas oficinas no laboran y otros, guardan su periodo vacacional precisamente para estar presentes en esta gran tradición.


Del 8 al 23 de enero, Chiapa de Corzo se viste de color y tradición para celebrar a tres santos principales: el Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y San Sebastián Mártir, que son venerados a través de la oración y el baile de parachicos y chiapanecas, que al son del tambor y el carrizo inundan las calles y paralizan la vida cotidiana: son días de fiesta, son días de devoción.

Hay una leyenda detrás del festejo: a mediados del siglo XVIII, llegó de Guatemala una mujer acaudalada conocida como doña María de Angulo, buscando la cura para su hijo que no podía caminar, fue así como llegó a este pueblo mágico, donde un médico tradicional encontró su sanación y ella, en agradecimiento, mandó a hacer una fiesta para celebrar a su santo patrono, que es la que se sigue replicando hoy en día, recordando y agradeciendo también el gesto de aquella mujer que además, los ayudó a superar la hambruna.

El 8 de enero es el Anuncio de la fiesta, donde las pandillas de chuntá -hombres vestidos de mujeres que representan a la servidumbre de doña María de Angulo, quienes repartieron comida al pueblo en tiempos de sequía-, salen a recorrer las calles y casas, ermitas y templos, acompañados de música y la algarabía que solo ellos conocen, este es el primer día que salen, pero uno de los más esperados: el primer día en que salen los parachicos.

Es el día 15, festividad del Señor de Esquipulas, cuando parachicos y chiapanecas salen por primera vez a bailar; el parachico porta ropa negra, una chalina de lentejuelas sobre el pantalón, zarape multicolor, una mascada o paliacate en la cabeza, la montera de ixtle y la máscara de madera que, ya sea barbada o no, simula el rostro español, llevan también un chinchín metálico que hacen sonar al ritmo del zapateado, guiados por el patrón que además, lleva guitarra y látigo, este cargo se ostenta hasta que fallece la persona y pasa el legado a alguien en su lugar.


El traje de chiapaneca tradicional es negro, con olanes bordados de coloridas flores, sin embargo hay un sinfín de variaciones de colores, telas y formas, incluso ya hay adaptaciones a blusas y otro tipo de vestidos que rescatan este bordado típico pero de forma más estilizada, se ven hombres y mujeres portando estos trajes con elegancia y orgullo, pero sobre todo con la fe y alegría de ser parte de esta fiesta, que la UNESCO consideró patrimonio inmaterial de la humanidad en 2009.

El 17 se celebra a San Antonio Abad y el 20 es el mero día, el día de San Sebastián, este es quizá el día de mayor afluencia, se saca temprano al santo de la casa del prioste, es decir la familia que lo resguarda durante todo el año, se lleva a misa y luego los parachicos lo llevan a recorrer las calles entre danza y música, para regresar a su casa y ahí ya lo espera la gente, se sirve la pepita con tasajo y continúa la fiesta hasta que el cuerpo aguante.

Este fin de semana se conmemoran los últimos días: el 21 se lleva a cabo el Combate Naval, que tiene lugar sobre el río Grijalva, es un espectáculo de pirotecnia que recuerda las batallas de conquista entre españoles y chiapanecas; el domingo 22 es el desfile de carros alegóricos que con esmero se preparan desde días antes para entretener a las familias que incluso, llegan de otros municipios vecinos; el lunes 23 se celebra la misa de acción de gracias por toda la fiesta, y se hace el cambio de prioste, es decir, una nueva familia recibe la imagen de San Sebastián, con el compromiso de celebrarlo todo el año, hasta la próxima Fiesta Grande.


Las recomendaciones para ser parte de esta fiesta, si no eres local, es tener mucha paciencia por las largas filas de autos para ingresar, además de que hay cierres viales y la forma más rápida de moverse es a pie, es mejor llegar muy temprano, antes de las 9 de la mañana, y llevar ropa cómoda, sobre todo calzado para caminar mucho y protegerse del sol y el calor, por ejemplo ropa ligera de manga larga, sombrero o gorra.

La hidratación no es un problema porque a cada paso hay puestos de bebidas, refrescos, raspados y mucha cerveza, aquí no es raro ver a la gente echándose una cervecita así sean las 10 de la mañana; esto ya no es parte de la tradición pero se ha vuelto una costumbre y con tanto calor, baile y esfuerzo, dicen que ni se siente.

Ir a Chiapa en estos días es mágico… se eriza la piel al ver a la gente por las calles, bien vestida y participando alegres, ver cientos de monteras zapatear al mismo ritmo, el esfuerzo de las mujeres por lucir el mejor vestido, maquillaje y tocado, hasta las mascotas se vuelven parte del festejo, que es de los más representativos de Chiapas ante México y todo el mundo.

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