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EFE

Repoblación del lobo mexicano divide a rancheros y ecologistas en Nuevo México y Arizona

Los esfuerzos de preservación del lobo mexicano de las últimas décadas en Nuevo México y Arizona enfrentan a ambientalistas y rancheros que se quejan de la inadecuada compensación gubernamental por los ataques de estos animales salvajes al ganado.


Los ranchos en estos estados dependen en gran parte del uso de tierras públicas para "sobrevivir", para alimentar el ganado, explicó a EFE Loren Patterson, presidente de la Asociación de Ganaderos de Nuevo México (NMCGA).

La industria agrícola y ganadera en Nuevo México ha sido fuertemente impactada en los últimos años por la sequía y el alto costo de mantenimiento del ganado.

Patterson aseguró que en los últimos cinco años se ha reducido en más del 50 % las cabezas de ganado en el estado.

Por décadas, los rancheros han luchado por el derecho del uso de tierras públicas para pastar sus animales, y del agua para sus ranchos, y ahora contra la presión del gobierno federal y ecologistas de extender la zona de liberación de ejemplares del lobo mexicano (Canis lupus baileyi).

Sin embargo, la abogada y ambientalista Cyndi Tuell, directora del Western Watersheds Project, dijo a EFE que es "indefendible" y sumamente "injusto" mantener a este animal dentro de un perímetro al sur de la autopista Interestatal 40, que cruza de oriente a occidente Nuevo México y Arizona.


Considerado una de las cinco subespecies del lobo gris que habita en Norteamérica, el lobo mexicano fue agregado a la lista de especies en peligro de extinción en 1976, tras ser casi exterminado en su hábitat natural en Nuevo México y Arizona como consecuencia de una cacería indiscriminada.

En 1998, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre (FWS) de EU.UU. liberó los primeros lobos mexicanos en el suroeste de Arizona para después hacer lo mismo en Nuevo México.

Desde entonces el proyecto ha estado plagado de polémica y procesos legales ante la queja de rancheros.

Actualmente una corte en California evalúa una demanda presentada por grupos defensores del medio ambiente que buscan reformar el plan de conservación del lobo mexicano.

"El principal problema es que cada vez los grupos ambientales piden que más y más lobos mexicanos sean liberados, se quejó el presidente de NMCGA, organización que cuenta con más de 1.400 miembros una veintena de estados, entre ellos Nuevo México y Arizona.

Patterson dijo que a medida que crece la presencia de estos animales, aumentan también las posibilidades de ataques contra el ganado.

Una de las principales quejas que tienen los rancheros, muchos de ellos de origen latino, es que el gobierno federal no les paga adecuadamente por los daños causados por los lobos mexicanos.

"Solamente nos pagan el 50 % del valor del animal que un lobo mexicano mate y solamente si se puede comprobar que fue atacado por uno de estos animales", explicó a EFE Bob López, dueño del rancho Flecha de Diamante (Nuevo México).

Además de la pérdida del costo del animal, el ranchero pierde lo que este pudiera haber producido, como más crías.

El valor de cada cabeza de ganado depende en gran parte de la calidad, edad y su especie; algunos de ellos pueden superar los 8.000 dólares.

De acuerdo con las más recientes cifras del FWS, actualmente hay 241 lobos mexicanos en Nuevo México y Arizona, una cifra récord del programa de conservación que pronto celebrará su aniversario 25.


Actualmente estos animales viven en zonas protegidas dentro del Parque Nacional Gila (Nuevo México) y el Parque Nacional Apache-Sitgraves (Arizona). Hasta la fecha se han documentado 40 manadas en el primero, y 19 en el segundo.

Sin embargo, la captura de una loba conocida como "Asha" cerca de la población de Taos (Nuevo México) el pasado enero demuestra que estos animales pueden viajar fácilmente fuera de su zona de conservación.

La salida de este animal de la zona de protección prendió las alarmas entre los rancheros, pero para la ambientalista Tuell es solo una muestra de que "un límite simplemente político es ecológicamente irrelevante".

López indicó que existen propuestas que buscan incrementar la zona de protección del lobo mexicano cinco veces más que la actual.

Subrayó que muchas veces el ganado puede hacerse daño a sí mismo al sentir la presencia de los lobos, o inclusive morir de estrés, y que en estos casos es muy difícil justificar el daño y pedir compensación.

A esto se suma que se agreguen más especies a las listas de peligro en extinción que se encuentren en terrenos para pastar ganado, como fue el caso del pollo de pradera en 2022.

"No necesitamos más preocupaciones", se lamentó López.

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