Salud mental y los trastornos psiquiátricos en el ámbito laboral se están convirtiendo en un reto constante en la salud pública
Desde que la OMS definió a la salud como el estado integral de bienestar físico, mental y social y no solamente como la ausencia de enfermedad, se ha llegado a entender paulatinamente que los enfoques terapéuticos más efectivos son los que tratan el cuerpo y la mente en conjunto. Diferentes investigaciones auspiciadas por entidades reconocidas a nivel internacional, han puesto de manifiesto la interrelación entre salud física y la mental, habiéndose comprobado que la existencia de graves enfermedades físicas influye en el estado mental del afectado y su familia; al mismo tiempo, también se ha puesto de manifiesto la importancia que tienen la salud mental y la física en el bienestar global del paciente, la sociedad y las naciones.
Las enfermedades no transmisibles, como el cáncer, la diabetes, las cardiopatías, entre muchas otras, representan no solo una carga para los sistemas sanitarios, sino también para quienes las padecen que en muchas ocasiones conducen a serios trastornos psicológicos, entre los que destaca por su frecuencia la depresión; de la misma manera, las personas que adolecen de serias y persistentes afecciones mentales se ven habitualmente afectadas por trastornos y complicaciones, es por ello que, la salud física va de la mano con la salud mental y viceversa; por eso tenemos que hablar que ambas están estrechamente relacionadas, a tal grado que no se puede tratar a una sin la otra; al respecto, el sistema sanitario y los pacientes enfrentan falta de recursos, de adherencia al tratamiento, agravación de la enfermedad, aparición de nuevas patologías –físicas y mentales–, la salida del mercado laboral y la incapacidad de asumir el costo de un tratamiento, lo que en consecuencia va marcando la brecha a la equidad sanitaria, a la pobreza farmacéutica y a la exclusión social.
De las cosas buenas de la pandemia, es que nos ha demostrado el camino a seguir para mejorar nuestro sistema sanitario y laboral, pero de nada sirve sí no vemos a más allá de nuestras narices y no actuamos correcta y oportunamente. Las condiciones generadas por la COVID-19 han llevado a un aumento en el número de personas con nuevas condiciones de salud, físicas y mentales o que experimentan un empeoramiento de condiciones preexistentes –una de cada cinco personas de 18 a 64 años presenta al menos una afección médica –física o mental– que podría deberse a la COVID-19 (Clínica Mayo)–; ésta expuso la necesidad de que la salud mental se constituya como un componente central dentro de los planes de respuesta y recuperación de los sistemas de salud y laborales, públicos y privados, donde sumen esfuerzos los gobiernos, las instituciones académicas, los profesionales de la salud, la sociedad civil y otros interesados que tengan por objeto ayudar al mundo a transformar la calidad de vida de la sociedad, alcanzando un estado óptimo en su salud, cerrando las brechas de desigualdad y el acceso diferenciado de los servicios de salud.
Es ya reconocido que la atención a la salud mental es el marco que situará las acciones en el alcance de las metas para mejorar un sistema sanitario idóneo, correcto y oportuno, pero no dejando a un lado y visibilizando lo más importante y prioritario, que es lo preventivo en el medio laboral.
Aunque el avance en los últimos años con la Estrategia de Salud Mental Mundial ha sido grande, las enfermedades de salud mental siguen constituyendo una epidemia silenciosa que ha afectado al mundo entero, mucho antes de la COVID-19; la depresión y ansiedad son dos de las principales causas de discapacidad, enfermedades que van de la mano y vulneran aún más a los pacientes con las enfermedades no transmisibles.
Es por ello que el cuidado de la salud física y mental y la lucha contra los trastornos laborales ha pasado a ser una prioridad para cualquier trabajador y empleador; en este sentido, a continuación enumero los síndromes laborales más comunes y sus características.
1. Síndrome de burnout (trabajador quemado), es una forma de cuadro ansioso-depresivo generado, normalmente, por una sobrecarga de responsabilidades y tareas que atender en periodos que no son lo suficientemente largos, aunque también puede estar fomentado por un sistema de incentivos inadecuado. Genera, entre otras cosas, la pérdida de pasión por un trabajo, lo que generalmente ocurre con el tiempo; la falta de motivación o el exceso de trabajo, generando un estrés y agotamiento físico, mental y emocional que se propagan por el tiempo, desarrollando ansiedad e irritabilidad;
2. Síndrome del mobbing (acoso laboral), se define como "actos censurables o explícitamente hostiles y ofensivos dirigidos de manera reiterada contra cualquier trabajador en el lugar de trabajo o en relación con el trabajo”, este tipo de violencia suele dejar secuelas psicológicas que necesitan ser trabajadas en psicoterapia. Entre las alteraciones más comunes están la ansiedad generalizada, la depresión y el TEPT (trastorno de estrés postraumático). En casos así, además, resulta fundamental que las empresas no pongan el foco solamente en el malestar de quien ha estado sufriendo el acoso laboral, ya que esto puede llegar a reforzar una narrativa en la que la víctima se siente culpable por lo ocurrido;
3. Parálisis del análisis, no es ni un trastorno psicológico, ni un fenómeno que cause malestar necesariamente; sin embargo, sí es un problema en el sentido que da forma a un patrón de comportamiento ligado a una mala gestión del tiempo. Consiste, principalmente, en permanecer en la fase de reflexionar y considerar las posibles opciones acerca de qué hacer, qué decisión tomar, sin llegar a comprometerse con una elección concreta hasta que es demasiado tarde para rendir bien u obtener buenos resultados, generando un estrés laboral;
4. Síndrome de trabajador burbuja, es la incapacidad de “desconectar” el trabajo, ni siquiera cuando la jornada laboral ya ha terminado. Este fenómeno se da sobre todo en trabajadores autónomos, pero también puede darse en empleados de empresas, y más en un tiempo en el que es habitual trabajar desde casa gracias a Internet;
5. Síndrome del impostor; es la percepción que tienen algunos trabajadores de su propio desempeño laboral. Estas personas nunca se sienten lo suficientemente válidas, exitosas ni satisfechas con lo que hacen, por lo que son incapaces de atribuirse méritos y logros en el ámbito profesional. Tanto es así, que incluso muchos experimentan miedo e inseguridad constantemente porque consideran que no se merecen el puesto que ocupan;
6. Síndrome boreout, este síndrome se genera por aburrimiento extremo, escasa exigencia por parte de los superiores y desinterés debido a la ausencia de trabajo. Entre sus síntomas encontramos la desesperación, la insatisfacción y la desmotivación. En definitiva, se trata de un mal laboral que condena al trabajador a tener poca o ninguna responsabilidad, pese a seguir cobrando el mismo sueldo;
7. Síndrome de munchäusen, es un trastorno psicológico que se desarrolla en el ámbito laboral cuando ciertas personas deciden provocar conflictos y tensiones para, posteriormente, resolverlo ellas mismas. ¿Con qué intención lo hacen? Para obtener un mayor reconocimiento y mejorar su reputación;
8. Síndrome de Estocolmo laboral, este síndrome se suele dar en aquellas compañías con estructuras muy jerárquicas. Se lleva a cabo cuando un empleado recibe un menosprecio u ofensa por parte de alguien superior y, en lugar de reportarlo, lo justifica. La aceptación de este trato hace a la víctima cada vez más vulnerable, lo que acaba afectando al rendimiento de su actividad;
9. Síndrome de Bergerac, es el síndrome que reciben aquellas personas con baja autoestima y que quieren pasar desapercibidos dentro de la organización. Tiene mucho que ver con la inseguridad y con el miedo al qué dirán, ya que es esa misma actitud la que impide que el resto pueda apreciar todo su talento y potencial. Generalmente es un comportamiento que ya traen consigo esas personas cuando entran a trabajar en una empresa, pues tienen falta de confianza o de experiencia;
10. Síndrome de Anat, este síndrome incluye conductas de trabajo poco éticas, puesto que está relacionado con el plagio de ideas. Se experimenta cuando una persona o grupo deciden atribuirse un trabajo que no es propio y lo presentan como tal al resto del equipo o superiores. Es frecuente que ocurra en mandos directivos y en organizaciones verticales, ya que lo que se busca con esta actitud es ascender rápidamente. La falta de talento, la escasa inspiración o motivación, y las malas relaciones laborales, pueden ser consecuencias de este síndrome. Es importante detectarlo para que no influya negativamente en el ambiente de la empresa;
11. Síndrome de Cronos, proveniente de la mitología griega, este trastorno laboral está relacionado con perfiles en altos cargos que se sienten amenazados por ser desplazados o sustituidos. Es ese temor a perder su reputación y status lo que los lleva a impedir, de la forma que sea, que el resto de su equipo destaque por encima de éste. Como consecuencia, esta situación hace que los trabajadores pierden el interés en ofrecer ideas o soluciones que no van a ser escuchadas. El síndrome de Cronos es un miedo patológico que, en muchas ocasiones, está relacionado con otros trastornos asociados a una cultura organizacional determinada, como pueden ser el acoso o la adicción laboral.
12. Síndrome de Ganímedes, se define como aquella actitud orientada a la explotación de una cualidad del subordinado, limitando su desarrollo a un área específica o parte del proceso, la cual es asumida por el supervisor en beneficio propio, de esta forma, solo se tienen en cuenta los intereses de una de las partes –en este caso la del superior–, olvidándose del propio bienestar del trabajador y convirtiéndose en una conducta perjudicial para éste. Nos encontramos ante un liderazgo autoritario y excesivamente controlador que no deja lugar a la autonomía, creatividad, ni a la crítica constructiva. Como consecuencia, los empleados pierden el interés en el trabajo y, por ende, la productividad tiende a decaer.
Actualmente estos trastornos mentales –entre muchos otros– son reconocidos como enfermedades del trabajo que pueden ser causados por el empleo, de manera que quienes sean diagnosticados con alguno de ellos tendrá derecho a incapacidades –esto forma parte de la tabla de enfermedades de trabajo aprobada por el poder Legislativo– pero sobretodo visibiliza la importancia de actuar antes del que el daño este hecho, ya que los empleos que generaron un trastorno mental en los trabajadores, están generando un impacto de mayor dependencia a un sistema sanitario, con la salida del mercado laboral, así como también las empresas que empiecen hacer visible estas tazas de morbilidad en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) –siendo uno de estos los indicadores de desempeño en las áreas de salud ocupacional–, lo que generará como resultado es un incremento en la prima de riesgo, elevando la cuota obrero-patronal.
En definitiva, son muchos los trastornos laborales y consecuencias que surgen en el día a día de los centros de trabajo, y todos ellos varían dependiendo de factores como la cultura organizacional o el modelo de liderazgo implantado. No obstante, la clave radica en saber identificarlos con la suficiente antelación y ponerles solución de manera efectiva, para garantizar un entorno de trabajo sano y saludable en el que prime el bienestar de las personas.
Los especialistas confían en que el reconocimiento del estrés, la ansiedad, la depresión y el insomnio como padecimientos laborales, abonará a la cultura de prevención en salud mental, ayudando a sensibilizar al sector patronal sobre la importancia de la prevención, ante ello, RedSalud Internacional, trabajara de la mano con acciones preventivas de salud para los trabajadores con las empresas, profundizando a su estudio y análisis, la alta incidencia de bajas laborales por patología psiquiátrica en relación con el entorno laboral, es por eso que con este trabajo pretendemos poner de manifiesto la importancia en prestar atención a la salud laboral y hacer hincapié en la prevención de los riesgos laborales.
A través de diferentes estudios de la salud mental, se ha establecido el término "engagement" –un término que se ha popularizado en las áreas de recursos humanos en los últimos años; se refiere al compromiso emocional que un empleado tiene con su trabajo y su organización– como un efecto psicológico positivo provocado por el trabajo, mismo que incluye: dedicación, absorción y vigor, que alguna actividad laboral provoque en el trabajador, en este sentido, las dimensiones básicas que lo conforman se perciben como opuestas a las del Burnout. ¿Puedes imaginar un trabajador que desee estar en su centro laboral, por el beneplácito que las tareas ahí llevadas traen para él? ¿qué prefieres como empleador o miembro de un equipo de trabajo, colaboradores o compañeros que deseen trabajar a tu lado o personas para las que el trabajo representa una pesada carga en su vida?
Por ello, a partir del próximo año, como uno más de los programas que lleva a cabo Redsalud en beneficio de la población, pondremos en marcha "Doctor Engagement" con el próposito de crear espacios laborales libres de burnout y de cualquier otro trastorno mental de los que previamente he descrito, en los que no podremos llevar a tu empresa o centro de trabajo un diagnóstico de selección de problemas, solución de incidencias y prevención de futuras eventualidades. Acércate a Redsalud Internacional para ser uno de los primeros espacios laborales con certificado engagement.
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