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ALEJANDRA OROZCO

Seis de cada 10 mujeres sufren violencia en universidades

De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los hogares 2021, el 33 por ciento de las mujeres han vivido violencia de género y muchas lo sufren en el ámbito educativo, pero sólo el 9 por ciento puso una queja o denuncia; de manera específica, en las universidades 6 de cada 10 han sufrido algún tipo de violencia, según el Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM.


Sandra Aurora González Sánchez, profesora e investigadora de la UNICACH, explicó que la violencia epistémica es de las que más sufren y se ha normalizado, es decir, cuando no se les reconoce algún logro académico, dijo que a las mujeres siempre se les reconoce ser buenas madres, esposas, amigas, pero es muy difícil que digan que son brillantes o con capacidad científica.

“El lenguaje incluyente por ejemplo, es lo que buscamos, que en vez de que sea el Sistema Nacional de Investigadores, sea de Investigación, esa violencia que hasta que eres consciente de lo que ha ocurrido sí se vive en espacios universitarios y se adereza con todo el ámbito privado, no acabamos de pasar a una sociedad donde los hombres asuman sus responsabilidades, tenemos que hacer todo, además de criar”, señaló.

Ella es ingeniera química egresada del Tecnológico, institución donde dice haber vivido un ambiente machista, eran 20 estudiantes de los cuales solo tres eran mujeres, al ser la ingeniería una carrera estereotipada, incluso tuvo un episodio de discriminación cuando intentó incursionar en un ingenio, donde le dijeron que no podía estar frente a los obreros en la planta procesadora porque ese era un espacio solo para los hombres, porque las mujeres no tenían esta capacidad para poder dirigir, entonces la relegaron al laboratorio.

“Me dijeron que ahí podía hacer muestras y pruebas de calidad pero no en la planta, eso fue hace 27 años; luego incursioné en los espacios universitarios como profesora, hice la maestría y el doctorado en educación, y me tocó vivir hostigamiento laboral en la institución donde trabajaba, tuve un tema incluso con un rector y eso me llevó al activismo, ahí me di cuenta que como mujeres tenemos que acuerparnos y conocer de derecho, de otros frentes, nuestras mismas luchas, articular estos conocimientos teóricos para aplicarlos a las luchas, desde hace 12 años he realizado investigaciones para que sea algo válido”, señaló.

Cuando esto le pasó, dice que la institución no tenía un protocolo de atención, por lo que tuvo que recorrer desde derecho penal, civil hasta el de amparo, porque era bien complicado que le reconocieran como mujer que estaba teniendo un episodio de violencia por condición de género, puso denuncias penale, recurrió a un amparo, también puso una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, agotó todas las instancias.


Considera que este tema ya tiene que estar transversalizado, costó mucho, pero a partir de eso se trabajó para que no volviera a pasar; al respecto, Sandra Urania Moreno Andrade, directora del Instituto de Investigaciones en Gestión de Riesgos de la UNICACH, explicó que el marco jurídico está en la modificación de la Ley de educación superior publicada por la SEP, cada institución tiene su protocolo y la Unicach no es la excepción, este se encuentra en mejora, pero también ha sido revisado por los consejos académicos y determina el protocolo de atención por cuestiones de acoso sexual.

“En este ciclo escolar se han iniciado algunos procesos por denuncias de violencia hacia la mujer, no tengo el número preciso de ellos, la primera respuesta se da de parte de la autoridad con mucha discreción, para no exponer nombres de las personas consideradas víctimas para no revictimizarlas”, señaló.

El protocolo implica este primer respondiente que va a hacer uso de la discreción para poder llevar el proceso al interior, tanto con la autoridad inmediata como con la persona que está siendo señalada, así como los cuidados y atención psicológica de la persona que ha sido víctima, de tal manera que durante este proceso se vean las agravantes, se dictamine desde la dirección de derechos humanos y género una recomendación que lleve a la sanción de la persona señalada, y durante el proceso también sea escuchada, cuando llegan las denuncias a la dirección de derechos humanos y género son canalizadas a donde corresponda.

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