Tamal: más de 100 sabores que cuentan historias ancestrales
- NOÉ JUAN FARRERA
- hace 6 horas
- 2 Min. de lectura
Tuxtla.- Chiapas, una tierra de profundas raíces indígenas, biodiversidad exuberante y una riqueza cultural sin igual, es también el estado con la mayor diversidad de tamales en México: más de 100 variedades que reflejan la pluralidad de sus pueblos originarios y su historia ancestral.

Esta herencia gastronómica, cuya base se remonta a tiempos prehispánicos, se ha preservado a lo largo de los siglos como símbolo de identidad y cohesión social. El tamal, cuyo nombre proviene del náhuatl tamalli ("envuelto"), ha sido parte esencial de rituales religiosos y ceremonias agrícolas desde la época de los mayas y zoques, quienes lo consideraban un alimento sagrado.
La diversidad de tamales en Chiapas es también un reflejo de su riqueza natural. Hierbas como el chipilín y la hierba santa, el maíz criollo en distintas formas y colores, frutas locales, semillas, carnes y pescados regionales, se combinan en recetas que varían según la comunidad y la festividad.
Entre los más representativos se encuentran el tamal de chipilín, una joya culinaria con queso, pollo o camarón; el tamal de toropinto, que mezcla frijoles tiernos, a veces, con carne de cerdo; el tradicional tamal de bola, con costilla de cerdo y un mole elaborado con tomate y chile Simojovel; el tamal de cambray, con un toque dulce a base de almendras, zanahoria y pasas.

El tamal de picte, hecho de granos tiernos de elote; el tamal de hierba santa, que destaca por su aroma y sabor herbal; el tamal de hoja de milpa, herencia viva de la gastronomía zoque y el que para muchos es la joya de la corona, el tamal de mole o de fiesta, con mole chiapaneco, huevo duro, aceitunas, plátano macho, pasas y carne de pollo.
Más allá de su sabor, cada tamal representa un pedazo de la historia viva de Chiapas. En las cocinas de las casas, durante fiestas tradicionales o en mercados locales, su preparación es un acto comunitario y familiar que fortalece los lazos sociales y protege el patrimonio inmaterial del estado.

En Chiapas, la pluriculturalidad no solo se escucha en sus lenguas indígenas o se ve en sus textiles: también se saborea en sus tamales. Esta tradición culinaria es un testimonio del profundo respeto que los pueblos chiapanecos tienen por su tierra, sus ingredientes y sus ancestros.
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