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MIGUEL TIRADO RASSO

Temas Centrales: Sumisión mata currículum



Rosario Piedra logró su reelección sin más argumentos que el poder de la recomendación de su protector político…

En la reelección de la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Rosario Piedra Ibarra, quedó claro que, en el mundo de la 4T, la experiencia, el conocimiento, el buen desempeño, las altas calificaciones y la mejor evaluación, no son factores de tomar en cuenta por nuestros legisladores, en este caso los senadores, para definir el sentido de su voto. Porque en ésta, como en muchas otras más en que los congresistas emiten sus votos, conforme a los usos y costumbres de Morena, nada de voto razonado, la unanimidad es la regla en atención a la línea proveniente de la Presidencia o de algún otro rincón del país, en estos complejos tiempos políticos.

La señora Piedra Ibarra, fue reelegida para presidir, por cinco años más, la CNDH, a pesar de haber sido la peor evaluada entre los 15 finalistas aspirantes al cargo; haber presentado una recomendación a su favor apócrifa del obispo emérito Raúl Vera, quien se encargó de denunciar, él mismo, la falsificación de su firma en el documento presentado, y no haber recibido el apoyo de ninguna organización reconocida de defensa de derechos humanos.

Por si los negativos anteriores no hubieran sido suficientes, el Comité ¡Eureka!, la organización fundada por su madre, la luchadora social, Rosario Ibarra de Piedra, y de la que ella fue miembro activo, se habría pronunciado en contra de su reelección, señalando la insuficiencia y deficiencia de su trabajo al frente de la CNDH, lamentando, además, que se le hubiera incluido en la terna, cuando a lo largo de cinco años demostró “su incapacidad para dirigir la CNDH con independencia del Estado-perpetrador de graves violaciones a los derechos humanos”.

Pero todo lo anterior, no fue obstáculo para llevar adelante la reelección de doña Rosario, bajo el muy morenista principio de que, sumisión mata currículum. Eso sí, el proceso para la elección que demandaba una mayoría calificada en el Senado, puso nervioso al líder de la bancada morenista, Adán Augusto López, ante los comentarios de algunos senadores de su partido, contrarios a la reelección de la señora Piedra, que ponían en riesgo la mayoría requerida.

En el desaseo para amarrar la votación, alguien propuso utilizar boletas cruzadas. Una artimaña que enlodaría aún más el proceso de la reelección, por lo que se desechó. Había que conseguir el voto de todos los senadores de Morena y de sus aliados, los de los partidos del Trabajo y Verde Ecologista, a como diera lugar. Se intentó diciendo que se trataba de una elección de Estado, algo que tampoco convenció, pero que sirvió para ocultar la verdadera razón del empecinamiento en la reelección de la Sra. Piedra. 

Como quizás, el argumento de razón de Estado no les significaba nada a algunos senadores disidentes, se les dijo lo que se pretendía ocultar, por razones obvias, que se trataba de una instrucción del alto mando, sin precisar más, que no admitía excepciones. La contundencia del argumento “convenció” a los inconformes que se vieron obligados a ceder sus votos para alcanzar la mayoría calificada, necesaria para la reelección comprometida.

Rosario Piedra logró su reelección sin más argumentos que el poder de la recomendación de su protector político, en un proceso atropellado en el que se violaron las reglas establecidas en la convocatoria correspondiente publicada por el Senado. Hace 5 años, también en un proceso desaseado, doña Rosario resultó electa para ocupar la presidencia de la CNDH, después de dos votaciones fallidas y del cuestionamiento sobre el número de votos emitidos para alcanzar la mayoría.

En aquella ocasión, se objetó su inclusión en la terna por su cercanía con el jefe del Ejecutivo y por su militancia en Morena, en donde fue secretaria de Derechos Humanos del Comité Ejecutivo. En esa ocasión, se argumentó que, con esos antecedentes, no había garantía de un desempeño autónomo e independiente del gobierno. El tiempo, dio la razón a sus críticos.

Para su primer período, la posibilidad de que su actuación fuera, más protectora de las acciones de gobierno que de los derechos humanos de los ciudadanos, se consideraba una mera especulación. No se le conocía, y así le fue a la Institución. Ahora que fue reelecta, cuando ya se le conoce bien, tras cinco años de su gestión, podemos afirmar que su obsecuencia, sometimiento y subordinación al gobierno continuarán siendo la política de la titular. Algo que explica la razón de haber excluido a este organismo autónomo de la guadaña gubernamental. Bueno, ni tan autónomo.

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