Una marca que se lleva en la piel y posee varios significados
Tuxtla.- Los tatuajes siempre han existido a lo largo de la historia, pero la incógnita es ¿Por qué aún se consideran un tabú? En la actualidad se tienes diversas maneras de pensar hacia estas prácticas, mientras unas personas critican de una forma mal intencionada e incluso fichando a la persona de “mal viviente”, otras lo catalogan como algo visualmente atractivo, aunque estos contrastes ideológicos siempre han existido a partir que se tiene registro sobre las representaciones pictóricas en la piel.
Esta costumbre se practica desde el hombre prehispánico y cada civilización fue dandole un sentido diferente a su uso, por ejemplo, en algunos casos se tatuaban la forma del animal más temido para evitar sufrir malos encuentros con él. Se tiene pruebas por medio de las momias, que hace 4000 años los egipcios tenían dicho hábito; así mismo el pueblo de los arios y fenicios se marcaban la frente con signos alusivos a la divinidad, dandole un enfoque religioso.
Durante el México prehispánico también se tiene registro de esta usanza, aunque es muy complicado definir el tipo de estilo mostrado en las representaciones de los códices y la cerámica, solamente se aclara que era la práctica más utilizada para el adorno del cuerpo. Diego de Landa en su Relación de las cosas de Yucatan, describe que los hombres jóvenes no se podían tatuarse mucho hasta que contrajeran matrimonio, las mujeres por su parte solo podían hacerlo de la cintura para arriba evitando los senos; se definían como personas valientes o con algún signo de estatus social, aunque también servia como castigo, a las personas que robaban, se les marcaba las mejillas para mostrar a la población su acto.
Por otro lado, las damas que acompañaban a la emperatriz Eugenia de Montijo, quien fue esposa de Napoleon III, lucia tatuajes en forma de lagrimas color azul intenso; el significado que le dieron fue: “Es un adorno muy adecuado para lucir donde lo hago, porque llaman a los hombres a este lugar”. La emperatriz austriaca Isabel, esposa de Francisco José I, usaba estas decoraciones para demostrar su alto rango.
El simbolismo social de esta practica tiene diversas definiciones, Herodoto, el padre de la historia menciona que entre el pueblo traciano, estar marcado era una distinción social y a quien no lo estuviera, era juzgada como gente vil o de baja extracción. El rey persa Jerjes, marcaba con un sello a sus prisioneros de guerra, regalándolos a la esclavitud; en Roma a los oprimidos se les tatuaba la frente con la marca de su dueño; aquí surge otra moda, para disimular esta señal, se crea el flequillo romano que cubría hasta las cejas, posteriormente fue adaptado a la sociedad joven como un nuevo estilo de peinado.
Lo que contribuye fuertemente a erradicar esta costumbre de la gente en el mundo clásico, fue la postura de regalar los tatuajes a los bajos fondos de Roma, al mundo hampesco, la chusma como los definan; creando un cierto tabú en contra de esta practica que ya antiguamente era poderosa. Así podríamos seguir definiendo el significado en cada cultura, pero quedémonos con la frase que hizo Charles Darwin en su libro EL Origen del Hombre, explicando el profundo significado religioso y cultural que poseían estos distintivos dentro de las culturas indigenas que había conocido en sus viajes: “No se puede nombrar ni un solo gran país, desde las regiones polares del norte hasta Nueva Zelanda en el sur, en el que los aborígenes no se hicieran tatuajes”.
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