Zaccagni frena la resurrección de Modric
Leipzig.- Aclamado como si fuera un Jesucristo del fútbol por los acalorados aficionados croatas y en la orilla de su probable desaparición internacional, el incombustible Luka Modric rozó la supervivencia a un ultimátum en el que murió tras fallar un penalti, resurgió tras marcar en la siguiente jugada y falleció para siempre con el cruel tanto de Zaccagni en el minuto 98 que clasificó a octavos a Italia y eliminó al combinado balcánico (1-1).
Nunca una despedida fue tan amarga. Si finalmente deja la escena de su selección, Modric habrá dicho adiós de una forma terrible. Desde el banquillo, sustituido al final del encuentro cuando estaba en la siguiente fase, vio cómo Zaccagni, en el último suspiro, sobre la bocina, cuando Croacia aguantaba el 1-0, marcaba un tanto heroico para los hombres de Spalleti pero definitivo para Croacia.
Su rostro, durante el himno de Croacia, hasta parecía más enjuto. De repente, en esta Eurocopa, parece que se ha echado algún año encima tras el empate frente a Albania. Pero daba igual. Tenía que jugar, era obligatorio y Zlatko Dalic no le quitó ese honor, que también era el de todos los amantes del buen fútbol. No podía privar al mejor jugador de la historia de Croacia de despedirse sobre el césped. Y además, Dalic desoyó todas las críticas y alineó a la vieja guardia junto a Modric: Brozovic y Kovacic fueron sus guardaespaldas, tal vez por última vez.
Además, recuperó la presencia de dos laterales conservadores como Stanisic y Gvardiol y entraron en su once Susic y Pasalic. Enfrente Italia, que parecía la invitada a la posible despedida de Modric, también hizo cambios respecto al zarandeo que recibió de España. Darmian, Raspadori y Retegui entraron en el once para intentar mejorar la imagen de una selección que ha perdido alma, sin referentes claros y ocupada en encontrar su identidad.
La acción del jugador del Salzburgo fue un espejismo porque Croacia se perdió entre su espesura y el planteamiento de Spalletti, conservador pero efectivo. Jamás, durante el resto del acto inicial, volvió a encontrar el camino. Todo lo contrario que Italia, que poco a poco fue comiendo el terreno a su rival hasta llegar a controlar el duelo e incluso intimidar a Livakovic, que tuvo que aparecer de la nada para salvar un cabezazo a bocajarro de Susic.
Modric se quedó de piedra, pero sus compañeros reaccionaron al instante y el medio del Real Madrid encontró un poco de justicia poética. Su posible despedida se antojaba tristísima, pero segundos después de su error, Susic se sacó de la manga un centro espectacular que remató Budimir de cabeza. Donnarumma salvó otro remate imposible, pero el rechace lo recogió Modric para marcar y desatar la locura entre los croatas, que encendieron bengalas, lanzaron vasos de cerveza desde las gradas superiores a las inferiores y, en definitiva, se sacaron de encima toda la rabia contenida.
Entonces, comenzó el asedio, los nervios croatas, y un lento paso del tiempo que parecía correr a favor de Croacia, que cuando ya celebraba su clasificación, se llevó un chasco de dimensiones descomunales. Zaccagni apareció con un certero disparo y el combinado balcánico lloró una derrota que es mucho más que una eliminación: Si no hay sorpresas, Modric se despidió para siempre. Y no lo hizo sobre el césped. Lo hizo desde el banquillo. Triste final para el 'mago' balcánico.
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