Roberto Rodríguez, artista plástico chiapaneco
En esta ocasión nos visitó Roberto Rodríguez, artista plástico que recordó su trayectoria y su pasión desde la infancia, desde los cinco años entró a la primaria, un año antes que el resto por su nivel de conocimiento y porque sus papás eran maestros, siempre era el más chico de la clase, le gustaba pintar desde el kinder, ya sea bocetos, caricaturas, hoy día entiende que es el arte pop que veía en las revistas, tenía sus libretas, cuadernos de argollas y lápices de colores.
“Recuerdo muchos pasajes interesantes que influyeron para que fuera artista plástico, los viajes a la Ciudad de México constantemente por el trabajo de mi papá, en la calle de Brasil del Centro Histórico había un edificio del siglo XVI, impresionante, nos hospedábamos ahí, podías caminar por las calles, tomarte un café, los murales del Palacio Nacional son un referente para mi, los colores que usaba Diego Rivera o Santamarina, así surgió la idea de dedicarme al arte y la cultura”, recordó.
Estudió arquitectura en la Universidad Autónoma de Chiapas y posteriormente comenzó a participar en exposiciones colectivas, a los 12 años fue la primera cuando estaba en secundaria, en la López Mateos, donde entró al taller de artes plásticas, su primer maestra fue su mamá, que le enseñó a hacer patitos, pero su maestro de caballete, óleo y bastidores guey Luis Alaminos Guerrero, que le da nombre a la Casa de la Cultura, él le enseñó a pintar y modelar en plastilina, dice que era impresionante verlo con su pipa en el salón de clases, un exiliado de España que se sentaba y les decía que dibujaran bodegones.
“Fueron mis primeros ejercicios, me enseñó a hacerlos con frutas naturales, directamente, era difícil hacerlo en 3D ,darle las sombras y que resaltara el cuadro, me recuerda mucho el olor en el salón del aguarrás, aunque no lo recomiendo ni lo uso, ya hay otros solventes, de esos materiales a la fecha hubo un gran cambio, hoy en línea puedes adquirir productos que antes ni siquiera te imaginabas: pinceles de todas las marcas, acrílicos, lápices, mil cosas por explorar, los chicos que se quieran dedicar al arte tienen una posibilidad inmensa, y las redes sociales, yo siento que el artista plástico no tiene un final, es la impronta dentro de tus obras, ahí quedan para la historia; no pienso en retirarme, sigo produciendo y he visto maestros que han llegado a una edad longeva y han tenido una producción inmensa”, señaló.
Puso como ejemplo a José Luis Cuevas, y otros artistas que han llegado a una edad muy grande, dijo que también esta profesión te da la posibilidad de tomarte descansos, pues no es lo mismo estar con un trabajo que te va a estresar, el suyo es como arte terapia: dar talleres, convivir con los alumnos y enseñarles parte de lo que a él le han enseñado, es la cuestión generacional con los nuevos talentos, ahora lo está viviendo, a su corta edad ya participaba en concursos como El Niño y la Mar, ahora entiende la importancia, ve esa transición, en la época de la ruptura que sí se veía marcada, ahora trabaja con colectivos que se dedican a la pintura y al arte, pueden dialogar y discutir sobre estas disrupturas, se habla de la deconstrucción en el arte, que poco ha llegado a México, en la arquitectura por ejemplo, algún día le gustaría hacer algo más interesante en las casas que una cuestión formal.
“La globalización ha hecho que ese relevo generacional no se vea, a todos los artistas nos ha permitido traspasar fronteras imaginarias, a través del internet podemos llegar a diferentes países con nuestra obra, hay grupos y colectivos, pero siempre esperamos tener aparte mecenas para vivir y trabajar del arte, que alguien sea punta de lanza de cierta corriente artística, es esa búsqueda… Cumplí 35 años de carrera, que no quiero recordar porque te hace ver más viejo, recuerdo mucho una libreta de dibujo que ni se dónde está entre tantas obras, la ventaja es hacer los registros fotográficos y tener este catálogo o dossier, recuerdo mucho una pieza del 86 que hice con textura, utilicé arena, no había los texturizadores en el mercado, yo colaba mi propia arena para hacer las texturas, una composición de figuras geométricas, me encantó, ha de estar en el taller, siempre la recuerdo y la llevaré conmigo”, dijo.
El arte que ve a diario es su casa, construida con materiales reciclados como metal o madera, todos los días convive con ese espacio que diseñó como taller y ahora vive ahí, no es una obra colgada en una galería, actualmente tiene una exposición en Casa de las Artes Corazón Borraz, de lunes a viernes de 12 a 6 estos dos fines de semana, echó la casa por la ventana porque expuso toda su obra ahí, recordó que cuando su mamá vivía, le ponía una obra cada semana, porque sacaba la anterior de la pared, la llevaba a exponer y para no dejarle la pared vacía se la rellenaba, también ha expuesto con diferentes artistas, y para que no se maltratara, colgaba la obra en la pared, como parte de sus anécdotas de la vida cotidiana.